miércoles, 13 de abril de 2011

Feliz día de la Morsa



Enterrado, con mierda hasta el cuello. Escarbo y de vez en cuando encuentro pedacitos de eso en que me quería convertir. Y este no es mi mundo, pero tampoco es el tuyo... ¿entonces de quién es?, bueno, dale... juguemos. Juguemos a que esto es lo mejor que podemos conseguir: ¿no te gusta, no?... obvio que no te gusta, pero no lo vas a decir, ¿no?... ¿no ves que el juego ya no es más divertido, no ves que me duele?. Esto se juega de a dos... siempre enfrentados. Pero yo siempre estoy en el medio... "¿por qué?": decímelo vos... si te pasa lo mismo: "porque no la puedo jugar de hipócrita, de snob, de filósofo... darme de copado, de interesante y jugar a que estoy de un lado solo para cambiar cuando me sienta un poco incómodo". No. Yo soy como vos, por eso no puedo ser como él. Si, no te hagas la pelotuda que sabes quién es: ese pibe que te gusta y te calienta... el de la mueca, ese… que habla de cine, de música… ese que te rompe el bocho y con el cual tenés “sueños mojados”; ese pibe que es interesante: el punto justo de todo, el “equilibrio del mundo”. Si, pero tené en cuenta una cosa: él no es como vos… y no porque no quiera, ojo… porque tampoco es el mundo de él... nada mas se adaptó mejor, ¿y sabés qué es peor que eso?: que vos, que sos igual a mí, nunca me vas a conocer... no realmente. Es probable que cuando te vea, a vos y tu mundo en llamas, no vea la señal... no vea el barro en tus zapatos... y me hagas acordar tanto a mí que te odie. Pero que te odie mal... mal en serio. Solo los capos saben odiar bien, y ya te habrás dado cuenta para este momento que yo no soy uno de esos.
¿No te acordás donde estabámos el año pasado este mismo día?: si... también era el día de la morsa... obvio. Y si... estabámos lejos, como ahora. Y nada cambia, y todo cambia... solo para hacernos sentir que todo esta igual: enterrado, con mierda hasta el cuello. Enterrado, con mierda hasta el cuello, en el día de la Morsa. Enterrado, un año mas, con mierda hasta el cuello. Feliz día de la Morsa.

martes, 5 de abril de 2011

Vómito de perro


Un departamento y su ventana, la única con luz en la noche.
Una noche, y la búsqueda de una epifanía.
Y una noche me tomé una coca en vez de una birra.
Y bailé sobrio.
Y bailé con vos, en un trance eterno.
Y me llamaste, y fuí corriendo.
Y no me llamaste, y fuí corriendo.
Y la luz se apagó.
Te llamé, y me quedé solo.
Hoy me llamás... y no puedo correr: estoy viejo y sucio, con ganas de dormir.
Hoy me llamás... y no sé si me necesitas.
Y hoy no te llamo.
La luz se prendió.
Que suerte, al cuco todavía no le pinto el bajón.
Pobre tipo si el Cuco bajonea.
Tal vez, lo quiera aceptar o no, te necesito.
Y tal vez el baile sea eterno, más no el trance.
Y tal vez el baile no sea eterno.
Que bueno, porque esta canción ya me aburrió.
Pongámonos caretas, que sea como antes, pero no.
Mirá, yo me pego un tiro.
Vos ni tenés que mirar.
Yo me pego un tiro.
O me como la mierda.
Es lo mismo.
Me acabo de dar cuenta que ya me la comí toda.
Ya casi sale el sol, y la epifanía bardeó.
Buenísimo.
Queda un poco de noche todavía, y el Cuco apagó la luz del departamento.
Pobre tipo.
Es cuestión de principios, el Cuco es Cuco.
El Cuco asusta... y come... y mata; la noche precede al día, y la epifanía viene con birra y no con Coca.
No importa, a veces las cosas se derrumban, y otras se caen.
¿Y las caretas?, ¿Y ahora?
Alguien apagó la música.
¿Bailamos?
No son las 3 de la mañana, pero soy un maricón. No es una reflexión, es una de esas mierdas que hago.
Bien, todo bien.

XVII (Mar Del Zvr)

Es real. No es tan pacífico ni tan colorido como lo había imaginado, pero es real. Llegó. Llegamos. Soy real. Siempre fui real.