domingo, 25 de agosto de 2013

La ficción y la necesidad del drama mas grande que la vida misma (un análisis del posmodernismo en los comics mainstream norteamericanos)


Debería ser honesto: siempre sucede lo mismo, por mas que empuje, que grite, que rompa... siempre ganan todos.
Correr al medio, marcar la cancha, separarlos, desmagnetizarlos. Eso debería hacer, piensa.
"Es otra piba caliente mas", piensa que el galán piensa de ella. "Qué lindo que es, cómo me gustaría despertarme al lado de él mañana" piensa que la piba con la remera de "Editors" piensa del pibe. "Que cagada", piensa él en una esquina, recostado, lento y medio borracho.
Siempre, en cada una de estas situaciones, sabe que podría llegar como un caballero andante, con su armadura de perdedor y decirle a esa piba que le enamoró la verga y el corazón a partes iguales, que los galanes, como el pibe ese que le saca mas sonrisas que un capítulo de Family Guy en ácidos, son eso y nada mas: galanes... viven para eso, mueren por eso. Piensa un rato, toma un poco mas de cerveza, y promete muchas cosas. Promete, sobre todo, irse de la fiesta, esta vez temprano y medianamente sobrio.
Ve de refilón a Lu entre la multitud y la evita monumentalmente... no quiere hablar con nadie de sus miserias. Ni de películas ochentosas. Lu era su amiga desde que eran chicos, muy chicos... se juntaban a mirar películas de terror y ciencia ficción, y a tomar chocolatada a la tarde. Pensar en esas películas y estar en esta fiesta lo saca. Todos esos libros que leyó... esas películas que miró con Lu, son mentira. Y se siente bastante pelotudo enojándose con Spielberg en Caballito, medio en pedo, y con ganas de cagar a piñas a ese pibe por tener tanta confianza en sí mismo (y ser tan lindo).
Siempre supo que había buenos y malos. Ella es buena, ella no sabe. Hay pureza ahí, se puede ver... cualquiera lo puede ver. "Pasa que es un hijo de puta el flaco", piensa. Y se siente bien.
Siendo mortalmente honesto, sabe que no importa cuanto quiera hablar con esa piba tan linda que da pena: no va a acercarse. Y ella se va a ir de la fiesta, mas temprano que tarde, con el pibe ese que, en la tele, siempre es el que pierde al final... porque en la tele ganan los buenos. El, por supuesto, es el bueno. Y ella, es la que necesita ser rescatada.
Por un momento, en su actitud de perversito-mirador-compulsivo, descubre que la piba está sola. El capo se fué y la verdad es que no le importa la razón: es su momento... "Che, piba con nombre irrelevante, quisiera conocer el borrador de tu vida", piensa que sería una buena entrada. Gran entrada... no hay forma de que no se ría. No hay forma.
Está acercándose y, paso a paso, memoriza las palabras y reza para que salgan en el orden correcto y no parezca un Yoda con retraso madurativo. "Tal vez," - piensa - "esta pueda ser la noche donde cambie mi suerte".
Cuando está a sólo 5 pasos, la ve a Lu. La ve recién cuando lo abraza. Y empieza a deslizar todo un monólogo mientras se posiciona delante de él y no lo deja moverse. No entiende si lo que le dice no le importa o la música está demasiada alta. "Lu, me cago", le grita y la corre de adelante con un ademán, para poder avanzar sobre ella y sus problemas con la dieta y el novio.
En el instante exacto que puede visualizar a la piba nuevamente, vuelve a observar al pibe capo delante de ella, acariciándole el pelo y diciéndole algo al oído. Ella se ríe. Y mientras el lugar se cae a pedazos, corre la vista para no ver cuando la puerta de calle se cierre detrás de ellos.
"Calláte, que el lugar se viene abajo", piensa en decirle a Lu, que no hace caso omiso a lo que él no le dice y sigue hablando de no se qué del novio y los celos y "la mar en coche". También le cuenta que le queda bien la barba, que ojalá no sé qué del novio sea como él. O algo así. Está medio muerto, así que no hay mucho que hacer. La mira y le dice: "Tommyknockers", bendiciendo así, la recta final de su fiesta personal.
Y una nueva noche de triunfos está cerca de finalizar. Todos ganan (aunque algunos no lo sepan): el pibe garcha con la mejor mina del lugar, la mina se caga de risa, toma gratis y se va con un pibe re fachero que nunca va a volver a ver después de mañana, y él se vuelve a casa, bastante en pedo y aún mas enamorado de sus miserias. Todos ganan.
Bueno, Lu no... Lu no gana. Pero eso es otra historia.

XVII (Mar Del Zvr)

Es real. No es tan pacífico ni tan colorido como lo había imaginado, pero es real. Llegó. Llegamos. Soy real. Siempre fui real.