jueves, 27 de enero de 2022

XVII (Mar Del Zvr)


Es real.
No es tan pacífico ni tan colorido como lo había imaginado, pero es real.
Llegó.
Llegamos.
Soy real.
Siempre fui real.

XVI (Mar Del Zvr)


“Tesis”.
Nadie quiere dejar nada, pero no es una opción. Ø no quiere avanzar. La montaña es un volcán. En erupción. Afuera todo se cae a pedazos. Están en el umbral, esperando. Tienen tiempo.
Hay muchos más con ellos. Pero no es necesario presentarlos.
Todos sabemos lo que va a suceder, pero es un ritual.
Ø le entrega a Beta su caracol. La roca.
Beta no lo acepta. No es que esa culpa no le pertenezca, pero ambos (todos) sabemos que no es una cuestión de responsabilidad.
Perdón.
Ø puede oír el sonido del mar nuevamente.
Perdón.
Ø avanza, sale de la cueva.
“Antítesis”.
Escucha como todo el mundo cae detrás suyo. Escucha los gritos, imagina los cuerpos nadando en lava, ahogándose, golpeados por gigantes olas, siendo arrastrados por vientos huracanados.
Se da la vuelta y vemos que todo está igual.
No, no está igual. No puede estar igual, pero todavía existe. El mundo todavía existe.
Duele. Duele como nunca dolió. Duele como si fuera la primera vez.
“Síntesis”.
Sonríe.
Avanzamos.

XV (Mar Del Zvr)


-Estás a salvo. En este lugar vas a estar a salvo.
Es Ø. Está delante de él. De Beta. De él. Se están mirando a los ojos.
-¿Estás más tranquilo?
Beta no sabe qué contestar.
-Sí. ¿Qué es esto?
No fue él el que contestó.
-Estás en mi hogar. Acá estamos a salvo. Podemos ser.. libres.
El lugar se ilumina. Es una cueva. O una habitación. O algo que no puede nombrar. Ø se acerca a una de las paredes y le señala una serie de garabatos que conocemos muy bien.
-Esa es la… playa. La orilla.
Beta se acerca, siente el dibujo. Le recuerda a… antes. No hay más voces. El aire es distinto.
-¿Quién lo hizo?... ¿Cómo es que lo...?
-Creo que ya lo sabés.
Claro que lo sabe.
-¿Pero por qué?
-¿Por qué estamos acá?... afuera no hay nada que necesites, solamente hay verguenza, las miradas que no podés cambiar.
Beta cree reconocer a alguien que entra por uno de los corredores. O pasillo. Es Ariel. No le tiene miedo. Tampoco le guarda rencor. Ariel se sonríe.
-¿Qué es todo esto, para qué?
-Ya te lo dije, por qué…
Ø no puede terminar la sentencia. Beta lo interrumpe, sólido.
-No podemos quedarnos acá.
“No podemos quedarnos acá.”
-Es lo más seguro.
Beta se convierte en el final.
-Esto nunca se trató de seguridad. O sí. Pero ya está. ¿Cuántas formas distintas de ocultarnos?... ¿Cuántos de nosotros hacen falta?
-No podés estar tan seguro. Ni siquiera tuviste tiempo de… de saber. No lo que yo sé, lo que viví. No podés confiar en tus propias experiencias, porque no son tuyas. ¿Cómo estás seguro de que no sos lo que todos dicen que sos, que hiciste?
Ariel sigue a un costado, apoyado en una mesa, o en una columna de piedra.
-No importa. ¿Qué importa si los traicioné a todos?... nunca se trató de ellos, sino de nosotros. Aprender.
Está incómodo. Ø conoce el final. Beta continúa.
-Fuimos muchos. Y todos entendimos. El mundo está sostenido por cada decisión que tomamos.
“No”.
Ariel se acerca a Beta y lo besa. Beta no se resiste. Niega que lo disfruta. Niega que lo niega. Abraza la satisfacción de no estar en paz con nada (menos con su muerte).
Eso es lo que pasó. Lo que cambió. No lo decimos.
No es, deja de ser. 
Lo quiere. No son las decisiones, es lo que siente.
Se abrazan.
Ø es el final.
Moscas.

XIV (Mar Del Zvr)


No sabe dónde está.
No está.
¿Está soñando?
Ya no puede saberlo.
No hay cuerpo. No es que no tenga cuerpo, es que el concepto ya no existe. No lo puede pensar. Quedó la palabra.
Las palabras.
Los símbolos.
Se siente parte, pero de algo externo. Se siente una parte, incompleto.
Parte.
Su vida no es vida, es el relato. Y hoy no es el protagonista.
Flota en la luz.
No hay silencio. No recuerda lo que es el silencio.
Los gritos tampoco son gritos, pero están.
Algo sucedió, detrás del ruido. Hay una historia que no es de él (¿o eso es él?).
Necesita la conexión, pero no puede sostener el peso de la responsabilidad.
¿Es lo que sucedió, es lo que no sucedió?
Todo está en el fondo.
Y él flota.
Flota en el agua, en el vacío.
Busca la superficie. Y en la superficie todo está nublado.
Sólo existe la superficie.
Pero todo está en el fondo, escondido.
Un propósito, escondido.
Una fachada, que es un propósito, que es vida.
Sin otros ojos, es libre y no es nada. Es líquido.
Es muchos, o fue. Muta. Pero necesita ir a lo que es, que es siempre.
Y nunca es libre.
El poder del uno, explotando y sometiendo, sólo para existir.
El escape es el comienzo, no es el centro.
El centro no existe.
Lo entiende: alguien tiene que pedir perdón.
Gatea por la orilla, cansado.
Está cansado.

XIII (Mar Del Zvr)


Corre. Ya no siente sus pasos detrás, pero no puede darse el lujo de detenerse.
No entiende qué pasó. Se sentía seguro, confiaba. Ya no tiene nada. Siente que no tiene nada. Siente que nunca tuvo nada, que todo era una ilusión.
Está lloviendo. No estaba lloviendo. Ya debería estar acostumbrado.
No puede distinguir entre el ruido que generan las gotas entre las plantas si son truenos o explosiones que provienen de la montaña.
Le cuesta respirar, está agitado.
Ø no puede asesinarlo, no puede sacrificarlo. Lo va a entender, si llega antes que los otros.
Ø va a saber qué pasó con Ariel.
Recuerda esa noche.
En este momento, parece lo único real.
¿Y los otros?
El pueblo. El campamento.
Siempre hay otros.
Duda. Tal vez sea su última oportunidad para entender (¿o es una ilusión, el entendimiento?).
Se recuesta sobre un árbol enorme, no le molestan las gotas sobre su cuerpo, sobre su rostro. Cuando llegan a su boca, puede saborearlas: tienen gusto a carne.
No puede detenerse, tiene que seguir.
“Es un símbolo, es sólo un símbolo muerto”, no puede dejar de escuchar esa voz en su cabeza.
Nunca existió la posibilidad. De la paz. Fue una mentira. Ø tiene que saber todo. Él sabe todo, sabía todo. Siempre supo todo. No puede haber contradicción, la engulle. Tiene miedo. El mundo tiene miedo, todos tienen miedo, él tiene miedo.
Está solo.
Solo.
Tiene miedo.
Se tropieza con una piedra y cae.
No siente dolor.
“Descansá”.

XII (Mar Del Zvr)


Ya decidieron. Están actuando una discusión, construyendo un consenso innecesario. Es muy simple, lo entiende: no pueden confiar en él. Están contando anécdotas posibles, cómo habló con “los otros”. Cómo boicoteó varias expediciones, varias cacerías. Cómo cuestiona. Ariel está perdido. Y él parece ser el único responsable.
Cuentan historias donde Beta no puede reconocerse. Él no puede haberle hecho daño. Él no es eso. Beta no es eso.
“¿Por qué mentirían?” (¿Están mintiendo?)
Las explosiones continúan.
Comienza a cuestionarse los recuerdos. Sabe que hay algo escondido detrás de sus sueños, de sus visiones. Pero también sabe quién es él (¿se puede saber?).
Y lo van a sacrificar por eso.
Lo van a sacrificar como sacrifican todo.
No, no sacrifican todo. Sacrifican lo que no encaja. No, no lo sacrifican… lo asimilan. Lo sintetizan. Siempre tienen un argumento.
Él está incómodo, girando alrededor de un fuego. Las explosiones continúan.
“¿Y si tuvieran razón y hay que sacrificar a alguien para que el pueblo no desaparezca?”
¿Y si ellos sacrificaron a Ariel?
No puede ser, es una conspiración.
Volvieron juntos.
“¿Dónde está?”
Lo están vigilando. Se mueven alrededor de él, distraídos, pero sabe que no lo van a dejar moverse de ese sector.
No es una conspiración, es un ejercicio.
Escucha la voz. Siempre la escuchó. Le dice que escape ahora.
Lo están vigilando.
“Nada de esto es real”.
El grupo se desarma. Beta se prepara. Los que lo estaban controlando se distraen cuando Hom les hace señas. Les está pidiendo que me lleven. No, que lo lleven. A Beta. Con ellos.
“Ahora”.
Corre.
Escucha la voz.
“¿Estás a salvo?”

martes, 25 de enero de 2022

XI (Mar Del Zvr)


-¿Podés escuchar eso?
Beta no puede dejar de observar la entrada a la cueva. Ariel lo saca del trance con la pregunta, pero decide no contestar. Está todo en silencio, sólo está siendo irónica.
No sabe si tendría que seguir esperando. Duda. Parecía una mejor idea cuando salieron del campamento. La necesidad no disminuyó, pero no sabe qué hacer. Necesita hablar con Ø. Ariel le había explicado que él no salía de su cueva y que estaba prohibido entrar… Así que no tenía sentido ir hasta ese lugar sólo para esperar a verlo. Aún así, sabiendo y pensando eso… Ariel lo acompañó.
-No fue siempre así. Una vez fue una cabaña en llamas. -prosiguió- Tampoco tenés que tener miedo, hace mucho que la montaña no reclama a nadie.
Beta aprendió a dejarlo hablar. A veces sus monólogos no tenían sentido. A veces, el sentido se perdía conforme desarrollaba la idea. A veces no había idea. Pero Beta siempre encontraba ese espacio entre sus palabras que lo hacía pensar fuera de tiempo. Es lo que le gustaba de estar con él. Beta siempre lo escuchaba, pero en este momento estaba intentando ocultar su ansiedad.
Quisiera poder ser sincero con Ariel, sobre las razones que lo llevaron hasta ese lugar.
-Sé que él me va a escuchar. Me puede ayudar. Ayudarnos...
Beta duda. Hace una pausa. No sabe si continuar, cómo explicar lo que le pasa. “Debería haber más que esto. Siento que estoy sosteniendo algo invisible, que no es mío. Y si lo suelto no soy nada.”, piensa. Pero no lo dice. Continúa con su discurso hacia sí mismo, lastimando en el camino su propia pulsión. “Creo que él me liberó... pero me siento solo.”, es lo que necesita decir… pero no puede.
-Creo que hay cosas que están mal. No podemos seguir en este lugar, acá. Yo no puedo seguir en este lugar. Estamos seguros, pero siempre tenemos… menos. Y lo que hay alrededor… siento que deberíamos… no lo sé. Quiero que podamos discutir. Por eso no me defendí, no quiero que...
Es mentira. No devolvió el golpe porque… dudó. No puede dejar de temer. No, no lo puede explicar. Pero no puede mostrar debilidad. No ante él. “No ante nadie”, se retracta o complementa.
-Nadie te cree. 
Ariel rompe su monólogo (¿interno?), justo a tiempo.
-Tengo que hablar con Ø.
Tiene que hablar de cosas que vió, que ve. Hay una razón para que no pueda encontrar paz. La playa lo persigue en sueños. Pero no quiere hablar de eso, no.
-Al final todos hablamos con él.
Ariel le dice esto mientras se acerca un poco más a la entrada de la cueva. Intenta ver lo que hay sobre una de las paredes. Algo le llama la atención, pero escucha un ruido e instintivamente se aleja, y vuelve unos metros hacia atrás, donde está Beta. Ambos huyen de la zona corriendo.
Ariel parece sorprendido.
-¿Para qué la querés?...
-¿Cómo?
-Nunca la usaste. Siempre… mirándola. No es sólo el caparazón de un animal… y lo sabés. ¿Pero de qué te sirve estar apegado a esa… tragedia?
Beta no contestó. Esa fue la última conversación que tuvieron.
Ambos oyeron la explosión que provenía de la montaña. Ambos sintieron el olor a tierra quemada.
Sólo uno llegó al campamento.

XVII (Mar Del Zvr)

Es real. No es tan pacífico ni tan colorido como lo había imaginado, pero es real. Llegó. Llegamos. Soy real. Siempre fui real.