martes, 30 de julio de 2013

La celebración del fuego



El mundo es grande. O no. Puede que no. Menos chico que ayer, seguro. Él lo sabe. O piensa que lo sabe.
Pero es que la presión, la miseria... lo aniquila. Poco a poco.
Su mundo de adentro es vencido pelea a pelea por el mundo de afuera, y busca una metáfora mas extravagante... pero no le sale.
Los análisis de la situación son válidos durante cada vez menos tiempo. "Y... es así", dicen. "Pero a ellos no les pasa", piensa.
Siente que no puede evitar sentirse, progresivamente, mas pequeño. Invisible.
Todo es demasiado grande.
Es un hombre completamente adaptado al siglo XXI, sin tiempo para salvar su alma... sólo continuar.
Correr, o no. No importa. Siempre hacia adelante.
Un arquitecto de sus propios fracasos... "orgulloso, al fin", piensa. Y traga lo que sea que tenga que tragar.
Los pasos certeros, uno a uno, cerrando círculos que, tal vez, tristemente, recién existan luego de cerrados.
Se cree ahogado... pero es la vida. "La vida es eso", quiere creer. Pero le falta el aire.
Una canción da vueltas por su cabeza. No para. Cree escuchar la palabra "fuego" entre toda la parsimonia narcisista del cantante.
Arder. O consumirse. Ya eligió hace rato, pero sabe que la pregunta está mal.
Para cada pregunta, siempre hay una respuesta acertada. Siempre. A otro boludo con el cuento de la relatividad.
Alemanes eran los de antes.
Nuevamente, especula con su edad, para terminar con todo esto.
Y obvio que se siente mal. Eso no es impostado. Pero hasta donde recuerdo, tenía 30. Bueno, casi... pero ya no tenía mas 15. Ya no más. Lo sabe.
Y al final, sólo puede susurrar: "Che, se me acabó el manualcito... ¿alguno tiene otro?".

No importa lo que digas si lo importante es que el fin de todo es entretener. Ganemos tiempo, che.

XVII (Mar Del Zvr)

Es real. No es tan pacífico ni tan colorido como lo había imaginado, pero es real. Llegó. Llegamos. Soy real. Siempre fui real.