miércoles, 23 de septiembre de 2015

Anécdotas ridículas que me obligué a publicar porque no puedo terminar un puto cuento


Una lista de cosas que me pasaron y no puedo escribir en Twitter (algunas porque tienen más de 140 caracteres y otras porque hablan de mi repudiable costumbre de espiar chicos en la puerta de los jardines de infantes (¿demasiada oscuridad?: sí, puede ser)):

-Estoy escribiendo una película que trata sobre la amistad, la vejez y la (no) pérdida de la inocencia. Hay brujas, superhéroes, conejos gigantes y viajes en el tiempo. Y, por supuesto, un grupo de amigos. Básicamente, es una película que nadie vería... pero lo bueno es que la estoy escribiendo con un amigo. Este amigo (que no siempre fue mi amigo; por momentos sólo fue alguien que admiraba y respetaba (pero eso es otra historia)) es escritor en serio, de esos que publican y escriben películas que se filman y eso. La paso muy bien (aunque este tipo de proyectos me demuestren lo mediocre que soy cuando me sale mejor escribir los diálogos de un mono superevolucionado con poderes telequinéticos que los de una piba de 18 años), pero el problema es que hablar sobre la amistad con un amigo es como charlar de sexo con tu vieja. No da. Puede funcionar en una comedia dramática, pero en la realidad esas charlas parecen "sucias"... torpes. Bah, como todo lo que pasa en una comedia dramática.

-Esto de la película me hace pensar que los superhéroes no deberían tener problemas existenciales. No porque sean para chicos, sino porque es ridículo que alguien que es empíricamente mejor que el resto de los seres humanos se sienta abatido por la vida.
Espero que no hayas entendido nada de lo que acabo de decir porque si no, vas a pensar que soy un terrible hijo de puta.

-A veces siento que el tener las prioridades claras te termina convirtiendo en un mediocre (o, en el mejor de los casos, en un hijo de puta).

-El domingo estaba en Tecnópolis (en realidad sólo fui a Comicópolis... no hice más que gastar bocha de guita en dibujitos y globos de texto con algún relleno). Al salir a lo patios escuché que por los altoparlantes sonaba un tema de Cuentos Borgeanos. La verdad es que me sentí raro. Me acordé de los dientes de Abril y de cómo me reía de ellos cuando era pibe, cuando escuchaba una y otra vez "Cuentos Decapitados". Creo que es el disco que más veces en la vida escuché completo. Bueno... capaz que el último de Deftones o el "Queen of Denmark" de John Grant, pero esos dos dieron tantas vueltas por mis oídos solamente porque son los únicos que me quedaron en la memoria del celular y los escucho en cada viaje al y del laburo. Hasta ahora no subí otros porque me da paja, pero el de Catupecu Machu lo escuchaba todos los días porque me levantaba, me gustaba... lo disfrutaba. Ojo, hoy también disfruto de la música, pero... no sé. Es distinto. Paja.

-Esto no viene al caso, pero la triste realidad es que no sé hacer regalos.

-Ayer fui a jugar al fútbol y en vez de pasar a buscar "de pasada" a mi novia por el lugar donde practica Roller Derby, preferí ir a mi casa a masturbarme. En realidad no me masturbé, pero la idea estuvo. ¿Mucha oscuridad, no?... sí, tenés razón: mala mía.

-Hace unos días estaba charlando con la gente con la que toco, porque había dos de ellos (somos cuatro en la "banda") que no querían viajar hasta Banfield para ensayar. Yo soy de Wilde y ellos (los dos que querían cambiar el lugar de ensayo), son de Palermo. A sus planteos de "una semana en Banfield y otra en Chacarita", yo les contesté que "en realidad, el problema, me parece a mí, es que estamos muy pendientes del viaje... qué se yo... para mí el viaje es lo de menos. Cuando me tocó ensayar en Palermo ensayé en Palermo... y cuando me tocó en Solano, ensayé en Palermo (chiste, risas). No, mentira... ensayé en Solano. No sé... yo pienso que nadie ensaya en un lugar "en contra" de... creo que lo importante es si está buena la consecuencia del viaje. Bah, es eso o no me quejé nunca de las distancias porque eso le agrega una épica extra y esas pequeñas, ridículas cotas de epicidad le dan un poco de sentido a mi vida de mierda". Bueno, en realidad no les contesté eso... pero lo pensé.

-Ya me olvidé la razón por la cual quería escribir esto.

-Creo que esto de vivir frustrado me hace hablar de mis amigos. Y no está bien. Y debería pedir perdón, pero... es una paja.

-Ya me acordé (en realidad leí el título): no puedo terminar un cuento que habla de cómo el rencor puede ser un sentimiento mucho más hermoso y mágico que el amor. Pasa que no encuentro un final que me cierre.

XVII (Mar Del Zvr)

Es real. No es tan pacífico ni tan colorido como lo había imaginado, pero es real. Llegó. Llegamos. Soy real. Siempre fui real.