jueves, 27 de enero de 2022

XIII (Mar Del Zvr)


Corre. Ya no siente sus pasos detrás, pero no puede darse el lujo de detenerse.
No entiende qué pasó. Se sentía seguro, confiaba. Ya no tiene nada. Siente que no tiene nada. Siente que nunca tuvo nada, que todo era una ilusión.
Está lloviendo. No estaba lloviendo. Ya debería estar acostumbrado.
No puede distinguir entre el ruido que generan las gotas entre las plantas si son truenos o explosiones que provienen de la montaña.
Le cuesta respirar, está agitado.
Ø no puede asesinarlo, no puede sacrificarlo. Lo va a entender, si llega antes que los otros.
Ø va a saber qué pasó con Ariel.
Recuerda esa noche.
En este momento, parece lo único real.
¿Y los otros?
El pueblo. El campamento.
Siempre hay otros.
Duda. Tal vez sea su última oportunidad para entender (¿o es una ilusión, el entendimiento?).
Se recuesta sobre un árbol enorme, no le molestan las gotas sobre su cuerpo, sobre su rostro. Cuando llegan a su boca, puede saborearlas: tienen gusto a carne.
No puede detenerse, tiene que seguir.
“Es un símbolo, es sólo un símbolo muerto”, no puede dejar de escuchar esa voz en su cabeza.
Nunca existió la posibilidad. De la paz. Fue una mentira. Ø tiene que saber todo. Él sabe todo, sabía todo. Siempre supo todo. No puede haber contradicción, la engulle. Tiene miedo. El mundo tiene miedo, todos tienen miedo, él tiene miedo.
Está solo.
Solo.
Tiene miedo.
Se tropieza con una piedra y cae.
No siente dolor.
“Descansá”.

No hay comentarios:

XVII (Mar Del Zvr)

Es real. No es tan pacífico ni tan colorido como lo había imaginado, pero es real. Llegó. Llegamos. Soy real. Siempre fui real.