viernes, 15 de marzo de 2013

Dying Song



Y tal vez todo haya empezado esa tarde que decidí ratearme e ir a buscarte a la puerta del colegio. Aunque a veces pienso que todo empezó cuando después de esa pelea, el auto se paró, casi cinematográficamente, en la puerta de esa escuela tan llena de recuerdos. Ese sábado... filoso y soleado.
Nada es realmente el final.
La mirada se me escapa por el cerrojo y te veo, una y otra vez, desvistiéndote. No te recordaba tan blanca y segura. Tal vez decida llorar un rato.
Una casa. Un rincón. Una canción loopeada. Y la sensación de que lo que necesito existe.
Lloro y te pido una metáfora para entender lo que me pasa.
Tal vez lo que da vueltas es la sensación de final... ¿y si todo es mi responsabilidad?, ¿si realmente pudiera creer eso?
Puedo esperar el sonido en las memorias un rato más: quiero escucharte gritar mientras caen las últimas lágrimas con mi nombre. 
Por la ventana veo crecer el sol por detrás de la fábrica abandonada y escucho la puerta de la pieza que se cierra de un golpe. El gato juega con un cable y se cae del sillón. Yo no puedo aguantar las ganas de reír a carcajadas.
Te quiero.
Mi reflejo cae en una nave desde el cielo y ya no lo puedo detener. Muchas películas pasan, una atrás de otra, formando una espiral de seguridad y tristeza. Te agarro la mano cada vez mas fuerte y te pido que no me dejes ir.
Te extraño. Aunque sé que hay algo que no está bien en el razonamiento. Aún así, siento que te extraño.
Algunos dicen que vivir es como remontar un barrilete... y no voy a explicar la analogía, porque la verdad es que no la entiendo... pero tené en cuenta que una canción nunca salvó a nadie.
Silencio.
No puedo evitar acercarme a esa chica que, parada a mi derecha, se rasca la cabeza con un libro de Spiegelman.
Perdón.
                                                                            ***

Me gustaría contarte que hoy soy medianamente feliz. Y espero que vos también lo seas. Sé que cumplí mi rol casi a la perfección. Y digo casi, porque si hubiera actuado perfecto, no estaría escribiendo esta carta.
Ojalá continúes teniendo tu historia de amor grandiosa. Yo siempre fuí la que te esperaba en casa, con mi vida mundana y la espera, épica, que sostenía todas tus miserias... todas las cosas que te abducían y te volvían un retornador profesional.
Hoy entiendo que tal vez no fué culpa de nadie pero, sin embargo, creo que es necesario que de alguna manera entiendas que las cosas que hiciste y hacés no son gratis. Nada es gratis.
Perdonáme si no supe entenderte. Ya, por suerte, no necesito que me expliques nada mas.
Gracias.

XVII (Mar Del Zvr)

Es real. No es tan pacífico ni tan colorido como lo había imaginado, pero es real. Llegó. Llegamos. Soy real. Siempre fui real.