martes, 25 de enero de 2022

XI (Mar Del Zvr)


-¿Podés escuchar eso?
Beta no puede dejar de observar la entrada a la cueva. Ariel lo saca del trance con la pregunta, pero decide no contestar. Está todo en silencio, sólo está siendo irónica.
No sabe si tendría que seguir esperando. Duda. Parecía una mejor idea cuando salieron del campamento. La necesidad no disminuyó, pero no sabe qué hacer. Necesita hablar con Ø. Ariel le había explicado que él no salía de su cueva y que estaba prohibido entrar… Así que no tenía sentido ir hasta ese lugar sólo para esperar a verlo. Aún así, sabiendo y pensando eso… Ariel lo acompañó.
-No fue siempre así. Una vez fue una cabaña en llamas. -prosiguió- Tampoco tenés que tener miedo, hace mucho que la montaña no reclama a nadie.
Beta aprendió a dejarlo hablar. A veces sus monólogos no tenían sentido. A veces, el sentido se perdía conforme desarrollaba la idea. A veces no había idea. Pero Beta siempre encontraba ese espacio entre sus palabras que lo hacía pensar fuera de tiempo. Es lo que le gustaba de estar con él. Beta siempre lo escuchaba, pero en este momento estaba intentando ocultar su ansiedad.
Quisiera poder ser sincero con Ariel, sobre las razones que lo llevaron hasta ese lugar.
-Sé que él me va a escuchar. Me puede ayudar. Ayudarnos...
Beta duda. Hace una pausa. No sabe si continuar, cómo explicar lo que le pasa. “Debería haber más que esto. Siento que estoy sosteniendo algo invisible, que no es mío. Y si lo suelto no soy nada.”, piensa. Pero no lo dice. Continúa con su discurso hacia sí mismo, lastimando en el camino su propia pulsión. “Creo que él me liberó... pero me siento solo.”, es lo que necesita decir… pero no puede.
-Creo que hay cosas que están mal. No podemos seguir en este lugar, acá. Yo no puedo seguir en este lugar. Estamos seguros, pero siempre tenemos… menos. Y lo que hay alrededor… siento que deberíamos… no lo sé. Quiero que podamos discutir. Por eso no me defendí, no quiero que...
Es mentira. No devolvió el golpe porque… dudó. No puede dejar de temer. No, no lo puede explicar. Pero no puede mostrar debilidad. No ante él. “No ante nadie”, se retracta o complementa.
-Nadie te cree. 
Ariel rompe su monólogo (¿interno?), justo a tiempo.
-Tengo que hablar con Ø.
Tiene que hablar de cosas que vió, que ve. Hay una razón para que no pueda encontrar paz. La playa lo persigue en sueños. Pero no quiere hablar de eso, no.
-Al final todos hablamos con él.
Ariel le dice esto mientras se acerca un poco más a la entrada de la cueva. Intenta ver lo que hay sobre una de las paredes. Algo le llama la atención, pero escucha un ruido e instintivamente se aleja, y vuelve unos metros hacia atrás, donde está Beta. Ambos huyen de la zona corriendo.
Ariel parece sorprendido.
-¿Para qué la querés?...
-¿Cómo?
-Nunca la usaste. Siempre… mirándola. No es sólo el caparazón de un animal… y lo sabés. ¿Pero de qué te sirve estar apegado a esa… tragedia?
Beta no contestó. Esa fue la última conversación que tuvieron.
Ambos oyeron la explosión que provenía de la montaña. Ambos sintieron el olor a tierra quemada.
Sólo uno llegó al campamento.

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XVII (Mar Del Zvr)

Es real. No es tan pacífico ni tan colorido como lo había imaginado, pero es real. Llegó. Llegamos. Soy real. Siempre fui real.