miércoles, 15 de agosto de 2012
Un tigre
Nadando desnudo. Solo.
Me sumerjo, soltando una sombra como único testigo de algo que fuí y dejo por un momento el mundo suicida que está en la superficie (que me esperará a la vuelta como siempre).
Debajo, profundo, el sonido de la soledad parece ajeno. Y una voz comienza a hablar de dolor... suave y familiar. O simplemente es el trueno que indica el principio de la tormenta.
(A veces las (re)acciones acaban definiendo el plan mas que cualquier decisión)
Todo es un ritual, aunque a veces no lo parezca: puedo decidir mirarte a los ojos o puedo emerger, sólo para continuar flotando. Puedo bajar por el agujero del conejo y fluir en la única certeza de la vida.
El reflejo de mis reflejos, uno tras otro... tras otro. Pueden sentirse deformados desde hoy.
Hay pocos milagros y sólo algunos se transformaron en sensaciones verdaderas... sólo cuando fueron pérdida. Todo se vuelve más real cuando aparece el fantasma de la nostalgia.
Por dentro sólo puedo sentir lo que cambié (y por qué). Floto, por debajo... esquivando los rostros de la soberbia.
(¿Hola?)
Me cuesta darte algo mas que promesas inocentes sobre la inocencia. Y a veces duele sentirse bien con muy poco. Puede que sea miseria o inocencia... al menos me sale mejor que tener razón.
Son las gotas y su enfrentamiento con la superficie lo que deforma continuamente mi mirada... siento los instantes morir y el tiempo que decidí gastar en ser lo que nuevamente termino soltando.
Atado a verdades inamovibles, quiero escapar y dar vueltas, para contarte... para decirte que hay alguien allá, bien lejos, que no se esconde y que también quiere escapar. Y que no importa si vos no estás acá abajo conmigo... finalmente, sos sólo otro reflejo (no importa si creés ser mejor que yo: te mires desde donde te mires, sos sólo una distorsión de lo que esperás (o esperabas)).
(De vuelta al amor, por favor)
También puede que sea no hacer ni decir nada. Cambiar las palabras para no tener que correr con ninguna responsabilidad. Y me quedo conmigo un rato mas.
Me escondo en la épica miseria de los espejos, la metahistoria definitiva encerrada en la realidad menos maleable y mas rebelde. No espero más. La culpa no está afuera... no está en los análisis... está bien adentro. Las burbujas siempre ascienden.
Me gustaría borrar la culpa y dejar el fondo un poco menos abstracto. Perdón a todos, porque nada de esto fué mi culpa. Perdón.
Con ojos cansados, decido vivir finalmente mis últimos días de niño.
Nunca estuve sólo. Chau.
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