lunes, 29 de septiembre de 2014

Un borrador


Estoy arrodillado, con la mitad de la cabeza metida en el inodoro. No puedo vomitar.
- Damián... ¿estás bien?
Fernando, desde el otro lado de la puerta del baño, me grita. No puedo contestar.
- Dale, Damián. Contestáme... ¿estás bien?, ¿necesitás algo?
- Sí, sí. Todo bi... todo tranqui.
Intento recuperar la consciencia. No entiendo muy bien lo que está pasando.
- La piba se asustó.
La piba. La concha de la lora. Yo sabía que me iba a pasar esto. "Decíle que está todo bien", fué lo único que se me ocurrió.
- ¿Querés que pase?
- No, tranquilo.
No estaba tranquilo. Estaba enfermo. No podía vomitar. Fernando me había llevado a ese lugar de mierda. "Whiskería", me dijo. Un burdel, quería decir. Era obvio que esto iba a pasar.
- Sos un boludo.
Me hace calentar.
- El boludo sos vos. Yo quería cerrar el tema del guión, y vos querías hinchar las pelotas.
Le estoy gritando, mientras aprieto los dientes. Me duelen los dientes.
- Dale boludo... ¿en serio me vas a joder por esto?, dejáme pasar y lo hablamos.
Fernando golpea la puerta con fuerza. Estaba caliente, pero yo estaba más.
- Sos un forro. Te dije que no quería pasar. Que estaba todo bien. Te dije que quería charlar un rato nada más.
- Dale, salí.
Estoy muy caliente. No quiero salir. Quiero vomitar. No se me paró. Yo quería cerrar lo del guión.
- "Vemos que está él solo en la cama. Nos quedamos con la cara de Damián, entre medio de las 2 almohadas. El despertador sigue sonando y nos movemos bajo la cama. Ahí vemos la figura rota de Batm..."
- ¿Me estás leyendo el comienzo de nuevo?... y ya te dije que lo del muñeco no va. No sirve. No hay que poner esos guiños si queremos el subsidio. ¿Por qué te digo esto?... salí.
Empiezo a escuchar murmullos del otro lado de la puerta. Debe haber más de 3 personas con Fernando. Dicen cosas. Seguro hablan de mí. No me importa.
- Dale, dejáme entrar.
- No, no - mientras niego con la cabeza y sostengo la puerta con un brazo, trastabillo y resbalo. Me golpeo la cabeza. Puteo.
- La puta que te parió, boludo. Tengo gente acá que me está hinch...
No puedo escuchar. Me quedo sordo. Intento pararme... ¿estoy sordo?, ¿vomité?; me duele la cabeza.
Me cuesta, pero logro pararme. El baño no parecía tan grande hace un rato.
- Eh, bacán.
Miro alrededor. Nada. No escucho ruidos, sólo esa voz. Pero estoy solo.
- Acá, pibe.
En el inodoro. El sonido sale del inodoro.
- Sí, yo. Soy yo... ¿qué hacés?
- ¿Eh?
Esto no está pasando.
- Tranquilo. No me vomités todavía. Está todo bien. Yo te quiero ayudar.
- Esto no está pasando.
Me trago el vómito. Ácido.
- Sí, está pasando. Y está todo bien.
El inodoro me está hablando. Me recuesto sobre la pared. No escucho ruidos de afuera y estoy muy asustado... ¿estoy muerto?
- ¿Estoy muerto?
- No. Para nada. Estás acá, todavía, en el bulín. Escuché todo lo de tu amigo... ¿vos sos puto?
- ¿Eh?
- No se te paró, ¿no?... escuché eso recién.
- La puta que te parió.
- Tranquilo, cusifae... yo soy como un genio. Si querés te puedo desaputazar.
- ¿Me morí?, ¿por qué no escucho lo que dicen afuera?
- Mirá pibe, yo ahora te quiero regalar un par de cosas... ¿tamo'?. Está todo bien. Yo te concedo 3 deseos, vos te vas de acá bien machito, y yo vuelvo a casa. Es rápido.
Yo quiero cerrar lo del guión. La parte de la figura de Batman es importante, y Fernando no lo entiende. ¿Por qué no puedo escuchar más a Fernando?, ¿cómo puedo ser tan boludo para terminar en un lugar como este?
- A mí me gustan las mujeres - subo la voz casi sin querer.
- Bueno, no hay drama. Primer deseo.
- ¿Qué?
- Primer deseo.
Lo que quiero es, aunque sea una puta vez, hacer algo que quiera en serio en vez de seguirle la corriente a los que se supone que saben mejor que yo lo que quiero o necesito hacer con mi vida.
- ¿Sandra?, ¿quién es Sandra? - la voz del inodoro resulta más expresiva que lo que uno podría esperar (claro, si uno esperara que un inodoro hable). No, pará. Esto está pasando solamente en mi cabeza.
- ¿Querés volver con Sandra?, ¿es eso?, ¿por eso no se te para?... resultaste un tiernito.
No puede saber quién es Sandra.
- Pará un poco. Sos un inodoro... ¿cómo sabés de Sandra?, ¿por qué podés hablar?... dá vuelta la prioridad de las preguntas.
- Mirá. Otra vez. Soy el genio del viorsi. Tengo muchos años acá. Y solamente estoy escuchando lo que dicen de vos en el pasillo. Un tal Fernando, creo.
- ¿Por qué yo no puedo escucharlos?
- ¿Qué se yo?, es fácil pibe. Tres deseos. Si querés usá uno para sacarte la duda de que esto sea posta. Dale.
No sé qué hacer. Quiero hablar con Fernando.
- Quiero que entre Fernando.
Escucho un golpe en la bañera. Era Fernando.
- Fer.
- ¿Qué pasó?
- Nada. No pasa nada. Escucháme. Está pasando algo muy zarpado acá - no creo ni poder decirlo, en realidad.
- ¿Eh?
- Sí, ya sé como va a sonar, pero el inodoro habla. Y me quiere conceder 3 deseos. En serio.
- A vos se te quemó el cerebro.
- No, boludo, en serio. Hablále.
- Cerrá el orto, boludo - me empuja apenas, pero siento la impotencia -. Recién me vinieron a apurar para que salieras, y a decirme que la piba cobra igual.
Lo agarro del cuello de la camisa y lo golpeo contra la pared. Me lastimo el hombro. Presiono más.
- Te dije que no quería pasar. Me tenés podrido... la piba ahí, tirada, y la veo... yo no quería venir. Me chupa un huevo. Pagále vos. Yo me voy a la mierda.
Hay algo raro en el aire. No estoy pudiendo respirar bien. Fernando lo nota. Lo odio. Los odio a todos. Lo suelto. Le doy la espalda.
- Escuchá, Dami... pará un poco - me toca el hombro-. Ya sé que capaz me pasé. Pero no estás bien. Después de lo de Sandra no quedaste bien. Quería que saliéramos. Yo sabía que - sigue hablando mientras se sienta en el borde de la bañera - no te gustaba. Pero es que, no sé... sos raro.
Lo miro. Yo no soy un tipo raro, Fernando sí. Siempre dudé si la complejidad que yo veía en él era un invento para evitar conocer gente nueva. La verdad es que sigo sin saberlo.
Me dejo caer en el suelo, apoyando la espalda contra la pared y pretendo pedir perdón sin ceder. Giro mi cabeza. Miro el suelo. Las cerámicas forman figuras pintorescas: tipitos en bicicleta, señoras barriendo, un aviador sin avión.
Ya no tengo tantas ganas de vomitar, pero me duelen las piernas.
- Mirá, yo te entiendo, pero lo de Sandra ya está, ya pasó... ¿por eso no pudiste ahí, con la minita?
- No, no fué por eso. Es porque me pongo nervioso. No me gusta el contexto. No puedo. Siempre pienso que la piba no quiere. Me siento una mierda; o soy puto... no sé, la verdad. Y lo de Sandra fué. Ya sé lo que querés decir. Y ya fué.
- No, no fué. Para vos no fué. Estás hecho mierda. Esa mina te hizo mierda.
Sé que cree decirme todo esto porque me quiere ayudar, pero no.
Fernando, en el fondo, no me conoce.
- Sí. Fué. Yo no soy un amargo por culpa de Sandra. O sí. Pero hoy soy así. Ya está.
- Bueno, pero la extrañás. Extrañás esa vida... ¿o no?
Me acuerdo.
- Bancá… ¿vos cómo entraste?
- Por la puerta.
- No, no entraste por la puerta.
- Sí boludo, dejá de psicopatearte... ¿la extrañás?
-¿Qué?
- Si la extrañás. A Sandra.
Miento.
- No, no sé. Creo que sí. Pero está bien.
No quiero hablar de Sandra. Bah, no sé. Es muy raro todo lo que pasó. Tiene sentido que todo haya sido un efecto del golpe. Tiene sentido.
- Escucháme un segundo Fer. Yo lo que quiero, necesito, es que el detalle de la figura de Batman esté. Tiene que estar roto, sin los brazos, y abajo de la cama.
Fernando se para. Sabe que la conversación terminó.
- ¿En serio querés discutir esto ahora?
- No. No quiero discutirlo. Quiero que sea así.
- ¿Tanto te afectó que Sandra te rompiera ese muñeco?... ¿en serio?
- No. Es simbólico. Tiene que ver con la historia.
- Después lo discutimos. Si a vos te parece, listo. Ya está. Ahora vayámonos a la mierda de acá. No vuelvo más a este lugar de mierda.
Hace un ademán con el brazo, invitándome a salir.
- Dale. Andá. Me lavo la cara y salgo.
Me paro. Creo que veo salir a Fernando del baño. Abro la canilla de la bacha y dejo salir el agua. En el fondo, sé lo que va a pasar. Me hecho agua en el pelo y me lo tiro para atrás.
- Eh, dale. Faltan dos.
Lo miro. Otra vez. El inodoro. En el fondo lo sabía.
- Dale, pebete.
Calculo que si me voy, esto termina acá, pero... ¿y si está pasando realmente?
No puedo irme así.
- Bueno, dale... ¿dos, no? - espero haber sonado desafiante.
- Sí.
- Bueno: quiero saber qué hubiera pasado si ese día no hubiera engañado a Sandra.
- Ah... era eso.
- Sí, era eso.
Vuelvo a sentirme incómodo, y vuelvo a no escuchar el bardo del pasillo.
- ¿Y lo querés en forma de visión mística o te lo cuento con algunos detalles?
- No creo que haya producción.
- Cierto. No hay producción… bueno: hubieras sido feliz.
- ¿Eh?
Si el inodoro se pudiera reír, lo estaría haciendo, lo sé.
- Sí. Hubieras sido feliz por mucho tiempo. Es más, te hubieras casado... vos la querías, ¿no?
- Sí.
- Bueno, ella también. Hubieran sido felices. Juntos. Hijos.
Entiendo, creo. Más o menos. Algo.
- Entiendo.
- ¿Y ahora?, ¿qué más?... creo que puedo adivinar el próximo deseo.
- Puede ser... a todo esto, ¿cómo te llamás?
- Hugo.
- Hugo, ¿te puedo hacer un pregunta?
- Dale.
- ¿Por qué seguís hablando como si estuvieras en los '50?
- Porque las ideas se expanden de maneras misteriosas, pero sólo si son honestas: tenés que ser honesto en la vida, pebete. A veces es mejor ser coherente antes que intentar parecer evolucionado, sofisticado.
- Puede ser.
- Seguro que puede ser... ¿no te parezco un buen maestro?
- Sí. Puede ser. En ese caso, no me gusta el tango. No entiendo la cultura que lo rodea.
- Sos un buen tipo. Bueno... ¿vamos con la última?
- Vamos.
Me agacho. Miro el agua en el inodoro moverse lentamente y puedo reconocer mi cara en el fondo.
Casi susurrando, recito mi deseo.
Estoy seguro de que si pudiera, Hugo se estaría riendo.
Vomito.

Escucho ruido. Gente que me grita cosas. Siento el ácido subir por la garganta. Me río. Corro con Fernando al lado. Lo escucho putearme. Sigo corriendo. Golpeamos sillas. Golpeo un tipo contra una puerta. Fernando me sigue puteando. Me río. No entiendo. Me limpio la boca.
Me río.
Corro.
Me putean.
Me río y sigo corriendo.

Me despierto. Creo.
Estoy en mi cama, en mi pieza.
El despertador sigue sonando.
Abro el brazo y chequeo el espacio: sí, estoy solo.
Recuerdo cosas salteadas. Dudo.
Me giro para ver la mesa de luz y entiendo. Creo. Más o menos.
La figura de Batman, con sus dos bracitos. Perfecta. Sin un rasguño.
Me río.
"Gracias Huguito... fué una buena vida".
Y vuelvo a dormir.
Más o menos.

XVII (Mar Del Zvr)

Es real. No es tan pacífico ni tan colorido como lo había imaginado, pero es real. Llegó. Llegamos. Soy real. Siempre fui real.