Todo el viaje al fondo.
Y desperté. Y soñé que me juntaba en un bar con la mujer de mis sueños. Me sentaba y la saludaba. Y le contaba como me había ido en la semana. Cabe aclarar que ella no sabía que era la mujer de mis sueños. O si, pero no creo que le importara. Le hablaba de cosas mundanas: de la guita, del laburo, de la banda, de un programa para hacer música, de que bien habían sonado el otro día. Y ella también me contaba de sus hijos, de su vida, de lo bien que lo había pasado el otro día... de como se había peleado con todos. Ah, si... porque la mujer de mis sueños se peleaba mucho con la gente. Tal vez porque no la entendía... o tal vez porque sí lo hacía. Y mientras escuchaba las más innovadoras maneras de denigrar a la gente, se me ocurrió la idea de decir unas palabras inteligentes que cerraran, aunque sea por vez primera, un puto capítulo de mi vida. Pero, como siempre, de los labios salieron palabras torpes. Las inteligentes, las que yo quería que salieran fueron más rápidas que yo. Las que quería decir... esas... ("cuando todavía me podía enamorar, estaba enamorado de vos") no salieron. Porque se dieron cuenta que para qué. Y seguimos hablando de pelotudeces.
Y desperté. Y soñé que estaba escribiendo el texto definitivo de mi vida. Pero lo estaba haciendo en el laburo, entonces estaba paranóico. No dejaba de cambiar de ventanas, porque no quería que vieran que no estaba haciendo una goma. Y chequeaba siempre todas las direcciones por las cuales podía llegar a aparecer algún jefe. Y detrás de mí estaban instalados los monitores... con noticieros de todos los colores. Y me quedaba tildado en una noticia. No sé de qué tema de mierda trataba. Y me ponía del orto. Y pensaba que lo peor no era la noticia... o el mundo... que lo peor era que yo estaba sentado ahí, y la gente pasaba y ni me registraba. No me saludaba. Nadie se saludaba. Y caía en la cuenta de que no había una razón por la cual escribir: los símbolos... los conceptos... nada era tan grande como para trascender. La palabra era el invento más autista, solitario y sobrevalorado de la historia humana. Eso. Entonces me daba cuenta que no estaba escribiendo el texto definitivo. Es más, estaba escribiendo una mierda. Bah, como siempre.
Y desperté. Y soñé que dormía con la mujer de mi vida. Y me levantaba de la cama y caminaba directo hacia la PC. Me sentaba en la silla, mirando al monitor. Buscaba porno para poder masturbarme. Y no. Y me tocaba, y no pasaba nada. Y no. Veía tetas y culos... y más tetas. Y lenguas. Y cosas de esas. Y no me podía excitar. La verga estaba muerta. Me sentía en una canción de Radiohead... y volvía a la cama. Besaba en la frente a la mujer de mi vida... y volvía a dormir.
Y desperté. Y soñé que dormía. Soñé que soñaba. El "Sueño de los justos".
Todo el viaje al fondo.
Y desperté. Y soñé que estaba escribiendo el texto definitivo de mi vida. Pero lo estaba haciendo en el laburo, entonces estaba paranóico. No dejaba de cambiar de ventanas, porque no quería que vieran que no estaba haciendo una goma. Y chequeaba siempre todas las direcciones por las cuales podía llegar a aparecer algún jefe. Y detrás de mí estaban instalados los monitores... con noticieros de todos los colores. Y me quedaba tildado en una noticia. No sé de qué tema de mierda trataba. Y me ponía del orto. Y pensaba que lo peor no era la noticia... o el mundo... que lo peor era que yo estaba sentado ahí, y la gente pasaba y ni me registraba. No me saludaba. Nadie se saludaba. Y caía en la cuenta de que no había una razón por la cual escribir: los símbolos... los conceptos... nada era tan grande como para trascender. La palabra era el invento más autista, solitario y sobrevalorado de la historia humana. Eso. Entonces me daba cuenta que no estaba escribiendo el texto definitivo. Es más, estaba escribiendo una mierda. Bah, como siempre.
Y desperté. Y soñé que dormía con la mujer de mi vida. Y me levantaba de la cama y caminaba directo hacia la PC. Me sentaba en la silla, mirando al monitor. Buscaba porno para poder masturbarme. Y no. Y me tocaba, y no pasaba nada. Y no. Veía tetas y culos... y más tetas. Y lenguas. Y cosas de esas. Y no me podía excitar. La verga estaba muerta. Me sentía en una canción de Radiohead... y volvía a la cama. Besaba en la frente a la mujer de mi vida... y volvía a dormir.
Y desperté. Y soñé que dormía. Soñé que soñaba. El "Sueño de los justos".
Todo el viaje al fondo.
1 comentario:
Y desperté. Y leía EL CABARET DEL APOCALIPSIS y me quemaba el bocho y quería poner un comentario a la altura, algo que conceptualmente cerrara, que dejará entrever que había admiración pero que no quedara muy emo. Pero en vez de eso intentaba lucirme, como siempre. Y terminaba diciendo nada, después de mucho.
(Justo al revés que en el Cabaret)
Y desperté.
Con ganas de escribir.
Si hace falta que diga más le pifié en algo.
(acabo de pifiarla)
Y desperté.
***
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