-Gracias.
-¿Querés un budín?... me lo dieron en el laburo, ¿lo querés?
-Bueno, gracias.
-Che, perdón que te pregunte... ¿qué te pasó en la pierna?
-Mis papás la vendieron para comprar una cama.
-Eh... ¿en serio?
-Sí.
-Pero eso es... terrible.
-Sí, no sé... ¿por?
-Los padres deberían cuidar a sus hijos... ¿me decís en serio esto?
-Sí. ¿Usted cómo sabe eso de lo que tiene que hacer un papá?... ¿usted tiene hijos?
-No, yo no...
-¿Y tiene una cama?
-Sí. Tengo una cama.
-Seguro que es mejor tener una cama y no un hijo, ¿no?
-¿Eh?
-Sí. A veces todo no se puede. Gracias por todo.
***
-Soñé que cada vez que intentaba hacer una rabona me enroscaba y me caía.
-Yo soñé que vos decías que no podías hacer una rabona.-Y yo soñé que ustedes dos tenían una conversación donde hablaban de sus sueños interconectados.
-Ah, y yo soñé que nosotros 4 estábamos hablando sobre cómo nuestros sueños se conectaban y Luis decía que él había soñado con Flavia Palmiero.
-Para que toda esta porquería tuviera sentido, cada uno debía hablar sobre su propio sueño: el de Flavia era mío... me tocaba a mí. El orden es parte de la pseudo-gracia. Cagaste el remate, Esteban. Ni como personaje unidimensional en un chiste de mierda servís. Gordo, con estos pelotudos no laburo más... me rajo.
Y así fué como nunca más pude usar a Luis. Se fué sin decir adónde.
Dicen que consiguió entrar en lo de José María Listorti y va a laburar en la nueva de los bañeros. Me alegro mucho por él, aunque eso no quita que lo extrañe.
A veces, cuando pienso en algunos conceptos que él me explicó (como por ejemplo "la banalidad como pose y la necesidad de vacío estético"), me dan ganas de llamarlo para saber cómo está; pero al toque me doy cuenta que todo está bien así: el ahí y yo acá (con las personas que, por más pelotudas que Luis piense que son, aprendí a querer (pero sobre todo aprendí que me siento mejor cuando no las convierto en una extensión de mis miserias)).
***
Esa noche, mientras volvía de un viaje sicotrópico infernal, decidí que no era posible viajar en el tiempo.Al lado mío estaba todavía Batman, mirándome a los ojos, hablándome de 5 arquetipos que mi cabeza estaba amalgamando en su figura. Y todo eso mientras fumaba un cigarrillo marrón muy finito. Pero Batman no fuma.
- Batman no fuma - lo interrumpí.
Me miró fijo, haciendo una mueca de fastidio sincero. Como si esperara más de mí. Como me miraba mi abuelo cuando le decía que no quería laburar toda mi vida.
- Y Dios no te odia.
- ¿Qué?
- Nada. Vení... acercáte que te sigo contando.
Batman se acomodó la capucha y siguió inventando una historia donde yo viajaba en el tiempo y asesinaba a mi propia muerte.
Me miró fijo, haciendo una mueca de fastidio sincero. Como si esperara más de mí. Como me miraba mi abuelo cuando le decía que no quería laburar toda mi vida.
- Y Dios no te odia.
- ¿Qué?
- Nada. Vení... acercáte que te sigo contando.
Batman se acomodó la capucha y siguió inventando una historia donde yo viajaba en el tiempo y asesinaba a mi propia muerte.
2 comentarios:
¿Cómo será asesinar a tu muerte?
No sé... calculo que cada uno debe tener un Batman y que cada Batman cuenta una historia distinta.
El mío me dijo que es como lograr la capacidad de describir de manera absoluta la complejidad de la existencia... algo parecido al fin del Mundo.
Igual te diré que no estoy muy seguro de creerle (cuando terminó se rascó el culo y me dijo que no le dé bola, que cuando toma de más se pone sentimental).
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