lunes, 6 de abril de 2015

La felicidad


Me gusta escribir.
Me gustan muchas cosas... y una de ellas es escribir.
Nunca le dediqué el tiempo necesario a aprender a hacer "bien" las cosas que me gustan, porque siempre hubo un plan B (brindando seguridad y estabilidad a la cosa), que en muy poco tiempo se convertía en plan A y hacía evolucionar al anterior plan A en un pasatiempo.
Está a punto de llover.
Es domingo. Es temprano. Suena Toxica, de Babasónicos.
Me gusta escribir y casi siempre escribo de lo mismo (hoy no va a ser la excepción).
Cuando no escribo sobre mí, escribo sobre lo que me gusta, me inquieta o me interpela (básicamente, siempre escribo de mí).
Me gusta sentir que me leen. Ya sé que normalmente digo lo contrario, pero cuando alguien me lee me siento un poco menos solo.
No, no es emo. Es muy normal (humano) sentirse solo (bueno... puede ser un poco emo).
Me gusta usar paréntesis, por eso los uso.
Escribo sobre mis caprichos, de manera caprichosa, y por eso hoy voy a contar la historia de dos parlantes que hace mucho están conmigo (sí: dos parlantes).

Hace mucho tiempo fuí un pibe de 17.
Sí, es un capricho, pero voy a arrancar la historia a los 17 años (bueno... mitad capricho, mitad no me acuerdo más para atrás (mitad "lo anterior existe sólo para ser analizado por un profesional")).
A ese pibe que fuí le gustaba el rock. No sabía por qué, pero le gustaba (podía estar horas discutiendo cosas como: "¿quién es más duro?: ¿Kurt Cobain o Rob Halford?").
Podría decir que le gustaba la música, pero estaría mintiendo.
Ese pibe de 17 fué el que empezó a salir con mi señora.
Le gustaba el rock, y por eso no sabía tocar ningún instrumento. Aún así, terminó en una banda, llenando el vacío de un pibe-no-tan-pibe que dejó la música porque se hizo policía (la historia de él es seguramente más dramática e interesante que la de estos parlantes, pero este es mi blog y... bueno... me lo cojo cuando quiero). Yo/el pibe de 17 se hizo cantante sin saber un ápice de música.
Sí... es probable que pase de la primera persona a la tercera.
Sí: no sé escribir. Es por eso que me confundo los tiempos verbales y las personas. Es por eso.
A todo esto, el pibe de 17 cumplió 18, y después 19. Durante ese tiempo quiso aprender música pero no pudo: era vago. Y, además, le gustaba el rock... no la música. Y el rock no se aprende, dicen.
Se recibió como pudo. Se convirtió en un papel con muchos números: "Técnico aviónico", decía el papel.
Buscó trabajo y consiguió. Fábricas, reparaciones de fotocopiadoras... cosas de esas. Nunca cosas "aviónicas". Sí muchos ensayos y algunos recitales en vivo dónde perdía plata pero ganaba eso que le gustaba, aunque a veces no se acordara muy bien qué era.

Un mediodía en un taller en la calle Tacuarí, donde laburaba el pibe (que ya tenía 20 (o 21)), mientras discutía con su mejor amigo por teléfono por una boludez (siempre son boludeces, aunque eso no significa que no sean importantes), le presentaron a una de las personas más odiosas que se cruzaron en su camino. Era un flaco nuevo, un pibe más joven que él que, según su jefe, prometía un montón. Hoy puedo aceptar muy tranquilo que el tipo podía ser irritable, pero muy inteligente.
En ese momento, los ensayos con la banda se hacían en la casa de los hermanos González, en Solano. Era un paso muy importante para la banda poder separar las voces de la guitarra. Físicamente. Pasarlas por otros equipos (¿se entiende la marginalidad?). Y este pibe, el compañero nuevo, era DJ. Hacía parlantes y cosas de esas, así que le pedí una potencia y unos parlantes (150W x 2).

Fué una linda época. Todo sonaba lindo. Hasta que dejó de sonar. Hasta que el pibe (ya seguro de 23) perdió amigos, banda, laburo... y cosas de esas. Y mudó la potencia y las cajas (y el carácter) a la casa de un amigo (no tenía lugar en mi casa (no todavía)).
Al poco tiempo empezó a tocar en otra banda. Eso lo llevó a conocer un montón de buena gente y otro montón de gente de mierda. Pero sobre todo conoció gente.
Se casó (con una mujer que no merecía, pero a fin de cuentas él no merecía a nadie, así que, bueno... eso) y compuso las mejores letras de su vida. Tuvo la mejor banda del Mundo.
Hizo cosas. Un montón. O sea... aprendió un oficio (que nada tenia que ver con lo que quería hacer realmente (o sí, pero porque capaz le daba verguenza aceptar que prefería ser un intrascendente antes que fracasar)), aprendió a tocar la guitarra (más o menos (menos que más)) y al tiempo intentó poner una sala de ensayo con un amigo.
Sus parlantes sonaban en su sala de ensayo. Su voz (gritos (cosas)) volvía a salir por esas cajas. Pero la pelotudez duró poco: fracasó (y tuvo sentido... tuvo todo el sentido (porque a él le gustaba el rock (él no podía hacer otra cosa salvo fracasar))).

Es difícil hacerse cargo de las subjetividades ajenas.

Tuvo otras bandas. Ensayó en otras casas, en otras salas. Disfrutaba.
Los parlantes y la potencia seguían sonando, pero cada vez costaba más prenderlas.
Hasta ayer.
Ayer las cajas llegaron a casa.
Ayer colgó los botines.
Ayer creó una nueva excusa y la rodeó de un montón de mierda para hacer de cuenta que se daba cuenta de que es un tipo sin talento, al que le gustan las cosas pero no se banca la pelusa (es difícil hacerse cargo de las subjetividades ajenas).
Ayer dejó un par de cosas en el camino, pero lo importante es que me trajo las cajas a casa.
Ayer, sábado, conecté los parlantes gigantes a la consola potenciada y ésta última a la PC. Puse un disco (no me acuerdo cuál era) y lo escuché: Nunca pensé que estas cajas podían sonar tan bien. Nunca habían sonado tan bien.

Es domingo, son 9:16 de la mañana, y estoy a punto de poner un disco de Baroness (es una especie de stoner-rock con onda (me gustan mucho)).
Me gusta escribir (aunque no lo sepa hacer). Ah, y me gusta leer.
Me gustan los comics (otro día capaz que uso algo de su simbología para descargar alguna frustración, pero por hoy creo que ya estoy hecho).

Upa... se largó a llover.
Ah, me olvidaba: gracias.

2 comentarios:

Guillermo Altayrac dijo...

Muy lindo texto.
Gracias.

Gorda Iteración dijo...

Se hace lo que se puede (y lo que se puede no es mucho (pero está más o menos bien (más menos que más (es lo que hay (por lo menos eso me están diciendo por la cucaracha))))).
Gracia' a vo'.

XVII (Mar Del Zvr)

Es real. No es tan pacífico ni tan colorido como lo había imaginado, pero es real. Llegó. Llegamos. Soy real. Siempre fui real.