viernes, 28 de agosto de 2015

Helado de morcilla


-Entonces yo estaba en mi casa, que no era mi casa, pero que era mi casa... ¿se entiende, no?. Bueno, era raro, porque no podía leer lo que estaba escribiendo, pero sí sabía qué quería decir: resulta que hacía un par de años, en Córdoba, se había producido un brote de una enfermedad tipo zombie. Me acuerdo, es más, que en la carta hacía chistes sobre cómo recordaba esa situación: zombies gritando guturalmente, pero con el cantito ese de los cordobeces. No sé por qué me resultaba gracioso, ni por qué me parecía relevante. Usted me avisa, cualquier cosa que me... ¿exceda? con esto...

La doctora interrumpió mi descargo haciéndome un gesto con la mano para que continuara.

-Es como que... -proseguí- pierdo parte de lo que pasa después. Lo próximo que me acuerdo es estar mirando por una ventana y ver una típica escena post-apocalíptica con muertos vivos por la calle, todos con algún miembro menos, y moviéndose torpemente por las calles. El problema es que también veía a un perro muy flaco, rengo al que comían esas cosas que, en algún momento, habían sido vecinos. Me enrosqué, pero creo que se entiende... creo. Hoy le cuento esto y me molesta pensar en el perro... usted me conoce y sabe cómo soy de boludo con el tema "animales", pero en ese momento no sentía nada. Nada de nada.

Hice un segundo de silencio y la miré. Ella me miró pensativa. Pensé que iba a ahondar en la sensación de vacío pero, en cambio, me preguntó por el contenido de la carta.

-A eso quería llegar... era como que me estaba despidiendo. Era como una carta donde explicaba lo que me había pasado a mí y a todo el... ¿mundo?... ¿Argentina?... ¿Wilde?

No ser rió y dudé en seguir contando la historia porque sabía que había muchas chances de estar quedando como un boludo. Pensaba: "capaz que si la corto acá puedo seguir con alguna cosa importante", pero enseguida me asaltaba la idea de que a fin de cuentas esto de venir al psicólogo ya era, de por sí, una pérdida de tiempo (y de dinero). Perder plata y tiempo puede ser... pero no me gusta quedar como un boludo.

La doctora hizo el mismo ademán que había hecho antes para que continuara. Así que continué:

-Bueno. En ese momento estaba seguro de todo lo que estaba haciendo: guardo la carta en un cajón de la cocina y empiezo a correr unos muebles que estaban tapando la puerta del garage. Mientras hacía eso no podía dejar de reírme. En ese momento yo estaba re convencido de que lo que estaba pasando me resultaba gracioso... muy gracioso. Bueno, y entonces salgo de la casa. Empiezo a ver que los zombies me notan y me empiezan a perseguir. O sea... yo quería que me comieran, de eso estaba seguro... pero corrí igual. Y sí: eso me seguía pareciendo gracioso. En un momento siento una mordida en el talón y cuando miro al suelo veo un pedazo de la cabeza del perro que se habían comido hacía un rato, que mordía como si fuera un robot de esas películas de los 80. Me caigo y se me vienen encima todos los bichos. Me empiezan a arrancar pedazos de carne de todo el cuerpo, y lo último que me acuerdo es que me dolía mucho y que me hubiera gustado haber crecido en un lugar con tonada.

-¿Y ahí termina el sueño? -dijo la doctora.

-Sí.

-¿Pero te despertaste o terminó el sueño y...?

No me acordaba. Debería haberme despertado, pero ya hacía un tiempo que los sueños no terminaban donde deberían, no sé si me explico.

-No sé. Ahora que me acuerdo, viniendo para acá estaba leyendo en el cuaderno lo que había anotado sobre un sueño del martes: entraba en una verdulería y me encontraba a Sharon Tate y a Charles Manson discutiendo porque uno de los dos se había colado, o algo así... la cosa es que...

La doctora Valdivia dejó de prestarme atención y empezó a escribir. Normalmente no escribía nada; es más, era una de las cosas que me gustaba: sentía que no anotaba cosas sueltas sino que analizaba la "escena" completa y después sacaba una conclusión.

-Me parece que... -hizo un silencio, miró la hoja y prosiguió- vamos a tener que cambiar. Dejemos por un tiempo esto de los sueños. Empecemos a buscar por otro lado.

Asentí con la cabeza y ella, con la atención aún en el papel que estaba escribiendo, prosiguió:

-Hagamos una cosa... si tenés un rato en la semana pensá en lo que me habías preguntado el jueves pasado.

-¿Qué le había preguntado?

-¿No te acordás? -se sonrió-: "¿Vale la pena terminar haciendo lo que siempre quise, si para hacerlo tengo que sacrificar a esa parte de mí que en primera instancia quería lograrlo?"

Yo no le había preguntado nunca eso.

-¿Yo le pregunté eso, doctora?

No respondió. Levantó la cabeza y miró por la ventana. Cuando hacía eso era una señal de que la sesión ya había terminado, así que me paré de la silla y empecé a acercarle la mano para saludarla e irme.
Mientras estábamos estrechando las manos, no pude evitar demostrar mi sorpresa.

-No suena a algo que podría haber dicho yo...

-Bueno. Pensalo igual.

-Perdone que la siga molestando, pero... ¿esto de la pregunta no es un ancla para que piense en lo que significa la "identidad" de las cosas?... ¿no tiene nada que ver con el sueño?... digo, por lo de los zombies con cantito...

Valdivia se levantó de la silla y soltó mi mano. No me había dado cuenta de que seguía manteniendo el saludo.

-No. Daniel, en la vida no todo está relacionado con todo. Y es aún más arbitrario el querer que todo sea circular. Pensar las cosas de forma tan dramática puede ser algo perjudicial para vos. Pero bueno, lo charlamos la próxima, ¿dale?

Puede que tuviera razón, pero yo no le había preguntado eso.

-Gracias, nos vemos el jueves, entonces.

-Ah, me olvidaba... no creo que podamos vernos el jueves porque me estoy yendo a vivir a Nueva York por, al menos por ahora, 6 meses. Es probable que sea la última vez que nos vemos ahora que lo pienso.

-Emmm... bueno. Nos... ¿vemos?...

Sonrió y me contestó:

-No creo. Pero suerte.

Salí del consultorio y me tomé el 85 sobre Dardo Rocha. Estuve todo el viaje a casa pensando en las cosas que iba a poder hacer, a partir de ahora, los jueves de 17:15 a 18:00. Y un poco en la panza de Sharon Tate.

1 comentario:

María Font dijo...

https://www.youtube.com/watch?v=mpx4ODP35VQ

XVII (Mar Del Zvr)

Es real. No es tan pacífico ni tan colorido como lo había imaginado, pero es real. Llegó. Llegamos. Soy real. Siempre fui real.