viernes, 27 de diciembre de 2013

The man who sold the world


Una lista de cosas que no le importan a nadie (al final, me voy a terminar haciendo una cuenta de Twitter):

-El que se toma la política como un juego puede ser muy inteligente, pero también muy mal tipo. O sea... muere gente, creo. Y es culpa de todos. Creo.

-El primer tema del último disco de los Ramones es un cover y se llama "I Don't Want To Grow Up". Por eso, y sólo por eso, debería ser catalogada como la mejor banda de rock que existió, aunque los Ramones no me gusten.

-Cuando sos adolescente pensás que el mundo es una mierda y, a veces, con eso en mente, respondés violentamente a lo que ese mundo te ofrece. Con el tiempo crecés (nunca de manera absoluta), y empezás a interactuar de otra manera con él... pero no porque dejes de pensar que todo es una mierda, sino porque empezás a entender las razones por las cuales, este mundo, es una mierda. Y entonces empezás a usar remeras lisas. Que es casi como que te callaras, pero no.

-Si me decís que soy un obsesivo de mierda y que eso me va a matar, no utilices mi obsesión cuando la necesites para sobrevivir. Eso es ser hipócrita. Pero está todo bien. En serio.

-Es mentira eso de que de las experiencias malas se aprende más que de las buenas... eso pasa sólo cuando tu visión de la vida es una mierda porque, de esa manera, te prepara mejor para una vida de miedos y miserias.

-Tenemos que tratar de no sacar discos, por lo menos, por dos años.

-"Lo bueno, si breve, dos veces bueno". Alguien que me explique esto. No, mejor a mí no, no hace falta. Que se lo explique a mi novia, por favor.

-Las corporaciones son el futuro, nos guste o no. Bah, a mí no me gusta. Pero tampoco me gusta pensar el amor... es más, me da asco pensar el amor. Así que no sé... fijate qué te parece esta idea de las corporaciones y decíme.

-Neil Gaiman es el Yayo de los escritores de comics. Pensálo. Si es que sabés quién es Yayo (y Neil Gaiman). Sino hacé como que no dije nada.

-¿Quién es Milani?

lunes, 23 de diciembre de 2013

La distancia




- Sí, ¿viste esas películas dónde hay fiestas?... bueno, yo ni me acuerdo como entré, siempre me acuerdo de esa parte donde estoy a punto de tranzar con Rodri... ¿te acordás de Rodri?, era mas feo que la mierda... jajajajaja... pero bueno, y ahí, me tuve que ir a vomitar. Así que sí, nunca estuve con él... siempre te dije que sí, pero no... jajajajaja. No. Una boluda, ¿no?
- Sí, ja.
- ¿Y vos?... siempre me esquivás esos temas...
- Sí, no. No... está todo bien.
- Sí, ya sé. Pero qué... ¿no tenés nada "vergonzoso" que me hayas ocultado?, ¿nunca?. Nunca me quisiste hablar de la chica esa de Costa del Este. Esa que me dijiste que fué "tu primer beso".
- Sí.
- ¿"Si" qué?
- La verdad, que no quiero hablar de eso. Ya casi llegamos, dormí tranqui. Te aviso para abrir la cochera.
- No, dale... no me hinchés las pelotas, che... con vos siempre es lo mismo... yo me acuerdo de cómo me jodías con estas cosas antes...
- Sí, ya sé. Era un boludo... pero ya te pedí perdón.
- Y bueno... pero no importa, dale. Dale, decíme. Contáme lo de esa chica. Dale.
- No sé.
- ¿No sé qué?
- Que no la conozco, ¿contenta?
- ¿Cómo?
- Que no la conozco. Que no existió.
- No me jodas.
- No, en serio. No la conocí nunca. ¿Ya está?
- Ni a palos. Dale... ¿por qué me vas a inventar algo así?. No tiene sentido.
- Bueno, sí. Ya está. Perdonáme. La verdad que es una pelotudez que me jodas por esto. Yo no hincho con estas cosas. Ahora estas así, como habladora, porque te tomaste tres "Dr. Lemon" de más.
- No te creo.
- No, si... estoy seguro que te tomaste dos de más. Por lo menos.
- No, eso no. Lo de la piba de Costa del Este.
- Ya te dije.
- No te creo.
- Bueno, está bien. Basta. Ya está. No la conocí en serio.
- ¿Posta?
- Sí. Existió. O sea, yo no la conocí. Pero existió.
- ¿Cómo es eso?
- Sí, bueno... me escribí varias veces en la arena de la playa, con conchitas de esas que hay ahí. No sé. Encontré un mensaje que decía: "¿hay alguien ahí?", y contesté, puse "sí". Y al otro día me contestó. Y así por un par de días. Hasta que me fuí de Costa del Este. Nunca la conocí. Y, obvio, nunca le dí un beso. Todo mentira... ¿ya está?
- Es como patético. ¿Y si era un hombre?
- ...
- Claro, un hombre. Capaz que te "mandabas cositas" con un hombre.
- No, no creo. Hablaba como una mujer.
- ¿Con cuántas mujeres habías hablado hasta ese momento?
- No sé, con pocas.
- ¿Eso fué antes del "¿Cómo andás?" de la piba esa mas grande?
- Sí.
- Entonces no sabías como hablaba una mujer. Ni en pedo. ¿Qué te habías escrito?
- ¿Seguís?... sos una forra, loco. Encima me decís patético. Patético es que te traten como una puta tus compañeros.
- ¿Cómo?
- No, perdón, en serio. Perdón. Ya fué.
- No, perdón las pelotas. ¿Ves que seguís siendo el mismo pelotudo al final?, ¿qué es lo que te jode?, estoy con vos hace como diez años... ¿qué mierda te importa lo que hice con mi vida antes?. Sos un pelotudo, era una joda nada más. Eras chico... me gusta saber cosas de vos, pero nunca te juzgaría.
- ¿Ah, no?, me dijiste patético. ¿Eso no es juzgar?
- Boludo, me mentiste sobre tu primer beso, y encima lo que hay por detrás son mensajitos pelotudos con alguien que pudo ser un pibe, que te estaba hinchando las pelotas.
- Y vos eras una puta.
- No estuve con otra persona que no fuera con vos, forro.
- ¿Y Marquitos?
- Me lo tranzé. Nada más.
- Pero te trataba como una puta. Como una cosa. Yo jugaba al fútbol con él, ¿no te acordás?. Me daba mucha verguenza... una vuelta hasta lo colgué de una patada, de la calentura que me daba.
- ¿Y seguís pensando que eso estuvo bien?
- No sé. Puede ser.
- Dale, por qué vos no me querías coger cuando me conociste... ¿cuál es la diferencia entre él y vos?, ¿vos no canchereabas?
- No.
- ¿No canchereabas?
- No, eso sí. A veces. Coger no. No quería coger.
- Porque te daba miedo.
- Puede ser.
- ¿Entonces?
- ¿Entonces qué?
- Enojáte con tus "problemitas", no conmigo ni con los demás.
- Sos una mierda.
- No, no soy una mierda.
- Sí, sos una mierda. Puta.
- Pelotudo, andá a hacerte la paja pensando en el vagabundo que te escribía cosas en la arena. Bobo.
- ¿Tanto te jode pensar que me pude haber enamorado de otra mina?
- Jajajajaja... no te enamoraste, boludo.
- Sigo enamorado de esa mina.
- ...
- Sí, estoy hinchado las pelotas de toda esta mierda. Sí, tengo un montón de quilombos, pero intento no joder a nadie. Y cuando jodo pido perdón. El resto me hace mierda de a poco, y me vivo bancando los berretines de todo el mundo. Como un boludo. Y sí... estoy enamorado de esa piba.
- No puedo creer que me digas esto después de todo lo que hice por vos.
- Me quiero ir.
- ¿A dónde?
- No sé. Me quiero ir. Yo no quería esto. Yo no quería volver a casa a la una de la mañana, sobrio, transpirado, a dormir a una casa que me da problemas con una mujer que me trata como un boludo cada vez que puede.
- Bueno, pará. Me parece que ya se fué todo al carajo...
- No, pará las pelotas... ¿sabés lo último que me puso la mina de Costa del Este?... ¿sabés?, no, ¿no?... no sabés una mierda.
- Sí que se... estás cansado. La verdad que si sabía que esto iba a terminar así...
- "No te conozco, pero te quiero"... eso me dijo. Y yo esa noche no supe que responder. Me fuí a acostar, pensando en levantarme a la mañana temprano, tipo 7, para llegar a ir a la playa y escribirle algo. Pero sobre todo explicarle que yo quería verla, pero que me iba a de la ciudad. ¿Y sabés qué?...
- Dale, ya está, estás llorando... pará un poco.
- Antes de dormirme, me hice una paja. Y me acosté. Re cansado. Y al otro día, me levantó mi vieja para decirme que nos íbamos, que ya estaba el auto armado y que faltaba yo nada más. Me dió verguenza decirle que me esperara. Y me fuí. Ese día me cagué la vida. Estoy seguro.
- ¿Y yo?... ¿todo lo que te dí?, ¿tan mal te hice?
- No, pero yo estoy mal. Y nunca me sacaste del pozo. O algo así. Estoy hecho mierda. No sé qué me pasa.
- Dale, no llorés mas boludo.
- No, no hago nada de lo que debería hacer. Siempre me arrepiento.
- ¿Estás arrepentido de hoy?
- Sí. Estoy arrepentido. Estoy arrepentido de no haberle escrito nada a esa piba. Ojalá no le haya cagado la vida. Capaz su pareja, en este momento, le está diciendo que el pibe que le escribía en la playa, era un pelotudo que la estaba jodiendo. Y eso me da bronca. Porque el mundo es eso... boludos diciéndole a otros boludos que el resto son boludos. Y yo ayudé a eso.
- ¿Pero y hoy?
- Que sé yo "hoy"... no sé, "hoy" no sé. Hoy pasó. Ese día de la playa no pasó nunca. De vez en cuando me acuerdo... y me quiero matar. Y quiero que todos los demás se quieran matar. Perdón por decirte puta.
- Está bien... no pensé que te ibas a poner tan mal.
- No pasa nada.
- Bueno, ¿me abrís la cochera?... ah, che, yo guardo el auto y voy a comprar un heladito acá a la estación de servicio. Voy y vengo.
- Dale. Te espero en la cama... y si querés charlamos, que me hace mal verte así.
- Dale.

Nunca volvió de comprar el helado.
FIN.

miércoles, 18 de diciembre de 2013

Muerte en el diván (y en el mundo)


Esa mañana la televisión avisó que era el fin del mundo. Que en el transcurso del día todo se iba a acabar y que nadie podría escapar. Cuando me enteré de eso, saludé a mi señora, a mis gatos, a mi perro, a mi pc, a mis comics, a mis luces y a mi inodoro y salí a tomarme el 24 a la esquina. No lo pensé. Y me fuí.
Si no hay escape, no hay amor. O eso pensaba.

Desde arriba del colectivo, ví una paloma muerta. Y una nena que la golpeaba con un palo. También ví unos nenes tirándose agua con una manguera en el medio de la vereda. Y un viejo leyendo el diario en la puerta de sus casa. Y unos tipos gritándose de auto a auto. Y negocios con gente hablando en la entrada. Y ranas. Vi tres ranas en todo el viaje. A mí me dolía la cabeza, pero igual me podía reír de esta gente... porque era el último día de la humanidad y ellos seguían haciendo lo mismo que todos los días. Seguro no se habían enterado. O eran unos miserables... ¿cómo podía ser que sin ningún tipo de presiones no decidieran hacer otra cosa con sus vidas que no fuera lo que hacían siempre?

Llegando a la casa de ella, no pude evitar pensar en lo que perdería, de una forma u otra. No quería perder nada, nunca quise. Siempre había sido un nenito de mamá, pero ese día tenía aún menos sentido pensar en las pérdidas. Toqué el timbre de su casa y me dí vuelta para mirar la calle. Y además de autos, vi ranas. Bastantes ranas saltando entre los autos. Y debajo de ellos.

Me abrió la puerta y me dió un beso en la mejilla, esquivando mi boca (que buscaba la suya). Me hizo pasar rápido, y cerró la puerta detrás de mí. Me dijo que la esperara en el living, ahí, donde tenía un televisor gigante y unos sillones que, según las leyendas, eran super cómodos (yo nunca lo había comprobado). Me senté, me tomé un migral para el dolor de cabeza, y le mandé un mensaje al único amigo que consideraba un amigo. Sé que le escribí para despedirme, pero no recuerdo las palabras exactas. Terminé y me limité a esperarla recostado sobre un costado del sillón. Muy cómodo.

Cuando volvió, parecía nerviosa. Me empezó a gritar cosas del novio y de un perro que tenía. La escuché. En realidad, pretendí escucharla... porque yo, ahí, estaba por una sola cosa.Y no era escuchar. A nadie. Pero la pude calmar. Me pidió que me quedara en la casa, que esperara al novio para charlar. Que no podía enfrentar esa situación sola. Le prometí que me iba a quedar. Le pregunté cuánto faltaba para que volviera el novio y me contestó que llegaba en 2 horas. Y yo no quería escuchar mas nada.

Nos movimos del sillón a la mesa de la cocina, y nos sentamos. Mientras ella hacía café, me contaba de lo asustada que estaba. Yo la intentaba calmar con las pocas herramientas que tenía: relativización de las cuestiones, reformulación de las preguntas hasta llegar a un nivel de abstracción absurdo pero tranquilizador, y algún abrazo en el medio. Cuando terminó de servir el café recién hecho y se sentó a la mesa conmigo, le tomé la mano y la acaricié. Le dije que se "veía bien", y que todo iba a mejorar (yo sabía que eso no era cierto, pero lo dije con una confianza casi inverosímil que generó una sonrisa en su cara). Le dí un beso que no intentó esquivar. Agarré su cabeza desde su nuca, y bajé lentamente mi boca por su cuello, rozando suavemente su piel con mi lengua. Sentí que ella vencía su cuerpo al momento.

Nos movimos, nos agarramos de los pelos, y nos golpeamos contra la mesada de la cocina, contra la mesa y la paredes. Nos besamos mordiéndonos. Ella gritó. La empujé contra el sillón y le saqué la tanga. La penetré con mucha fuerza, y ella volvío a gritar. Y me abrazó mucho mas fuerte. Me dolían sus uñas en la espalda, pero no importaba. Sólo entendía que me gritaba "Pendejo de mierda... mas fuerte". Debía ser mejor, debía ser mas grande. El jadeo era cada vez mas desesperado, y yo sólo podía continuar, cada vez mas violento. Levanté la mirada y ví por la ventana como un ejército de ranas se acercaba a la casa. No pude aguantar mas la tensión, y eyaculé dentro suyo, como nunca lo había hecho. Ella no pudo mas, y lloró. Y yo me reí.

Me abroché los pantalones mientras ella estaba en el baño. Dí un vistazo a todo el caos que habíamos generado y salí de la casa, sin saludarla. Ya afuera, en la puerta, no pude darme cuenta por dónde habían desparecido las ranas que ví por la ventana.
En la parada, esperando no recuerdo qué colectivo, para ir a no se dónde, leí la respuesta de mi amigo al mensaje que le había enviado. Tampoco recuerdo que me había escrito, pero sí lo que le terminé contestando: "al mas digno".
Ella se llamaba María y su novio se llamaba Damián. Aunque a nadie le importe.
Ese día me convertí en padre. Y mi hijo se llamó Bruno. Aunque a nadie ya le importe.

lunes, 9 de diciembre de 2013

Un T-Rex haciendo una cama


Le dijo a su novia que se iba a juntar con los pibes y le dijo a los pibes que se quedaba con su novia. Pero, le era claro, él no podía hacer ninguna de las dos cosas. Es largo y, si querés, te lo cuento en otra oportunidad... pero algo le pasó... un evento que supuso definitorio en su vida lo hizo repensar muchas cosas. Lo hizo intentar recordar el hilo conductor de su vida, para descubrir en qué se había convertido, y se dió cuenta que no podía hacerlo... que su vida estaba llena de huecos, lugares distantes, sin conexión, o conectados a través de una lógica arbitraria que le resultaba ajena. Pero también se dió cuenta de otra cosa: lo único que podía recordar momento por momento, imagen por imagen, y charla por charla eran los velorios. Así que cuando siente que no puede retener su vida, que se le escapa, sale de su rutina a crear recuerdos. Siempre hay alguien que está muerto en un cajón los viernes a la noche.

Frenó el auto a unos 30 metros de la casa de velatorios elegida. Se bajó y caminó hacia el lugar, con una indiferencia (casi) ficticia. Si lo conocieras fuera de ese contexto, te llamaría la atención que se sintiera tan cómodo... ya que no tiende a sentirse tan seguro en ninguna otra parte. Yo te explico... es que descubrió que en este tipo de "eventos", la gente no es como en el resto de los momentos de su vida. Siempre le pasa que cuando entra, si se queda "en el molde", no pasa nada. Nadie le hincha las pelotas... y eso le genera una tercera personalidad... segura, canchera y despreocupada, que no tiene ni aún cuando está en reuniones de amigos donde, paradójicamente, se encuentra muchas veces siendo el centro de las miradas... teniendo que bancar la parada con chistes y pelotudeces varias. Y para hacer frente a eso, tuvo que crear una segunda personalidad que lo ayude aguantar esa presión. Igualmente, si le preguntás sobre esas personalidades "extra", no te las va a aceptar de ninguna manera.

Entró a una sala (la que menos cantidad de gente podía observar desde la puerta). Saludó a la gente que estaba charlando, sentada en un sillón, cerca de la entrada. Se acercó al ataúd rápidamente, sin mirar mucho al resto de las personas que andaban por ahí y vió al costado del cajón a una señora que no debía tener mas de 40 años, llorando a un tipo que tenía esa misma edad. No esperaba que el muerto fuera tan "joven" (no le hubiera parecido joven hace unos años... pero aceptó su edad (tarde, como siempre, pero la aceptó)). "Ni a palos tiene mas de 42", pensaba mientras se acercaba a la parte abierta del cajón. Se quedó mirando la expresión de nada en el rostro del muerto durante un rato, pero aunque quería, no podía evitar escuchar el llanto de la señora, a unos 3 metros del féretro. Sabía que ese sonido le iba a quedar pegado en la cabeza... y eso le sacó una sonrisa. Por dentro.

En esos lugares, lleno de gente que no tiene nada que hacer entre medio de gente que no sabe que hacer, está la vida. O eso piensa él. Y no tiene que ver con que haya un muerto ahí, no-esperando ser enterrado... es que, ahí mismo, por alguna razón oculta, está la reflexión de que todo pasa. En serio. Que la vida es un rato, pero posta. Y que los huecos, los podés llenar con lo que quieras, pero para los demás siempre va a terminar siendo mierda. Y eso no es triste... porque triste es que se te muera alguien. Porque nunca, nunca puede ser que le hayas dicho todo lo que querías al que se te murió. Y eso sí es triste. O eso piensa él, mientras un viejo le cuenta que a Carlitos Menem Jr. lo mataron los judíos marxistas extraterrestres de la CIA. Lo siguió escuchando un rato largo, con muchas ganas, mientras pensaba en que los huecos son eso... huecos. Y nada mas.

Se sentía cómodo con una idea que estaba cerrando muy de a poco, entre los llantos, las miradas raras de algunos familiares y la historia del viejo sobre los judíos que no querían que Argentina sea una potencia. Pero no podía darle el giro... había algo que faltaba. Estaba ahí para observarse fuera de la comodidad, pero algo faltaba. Necesitaba que algo girara, que le permitiera crear un puente entre ahora y antes (o después). Quería poder contarle a su novia, cuando llegara a su casa, que se sentía bien. No tenía por qué mentirle, simplemente decirle lo bien que se sentía... y nada mas. Porque en la indefinición se sentía bien. Y, aunque sepa que no me estás entendiendo, no sabría explicarlo mejor.

Y cuando el momento se volvía cálido... y cuando todo era raro (pero bueno), un frío entró por la puerta. Un viento extraño... cargado de tensión, que pareció buscarlo particularmente a él. O eso pensó mientras el frío lo recorría desde la zona estomacal hacia arriba y hacia abajo de su cuerpo. Y, si bien fué extraño, se sintió bien la contracción. Y el pedo salió. Sin pedir permiso. Y el ruido que se generó por el paso del metano a presión entre sus nalgas, desdibujó la situación. Todos lo miraron y algunos se rieron. Sobre todo el viejo que estaba a su lado. Él también se río. Los miró a todos a los que estaban en la sala, saludó, y se fué del lugar, riéndose violentamente.

Encontró el giro: un pedo en un velorio.
Era tan simple como un pedo un velorio... pero ojo, él no se terminó de dar cuenta hasta muchos años después. Después de muchos pedos. Y muchos sepelios ajenos.
Siempre pasa que aceptamos las cosas tarde.

jueves, 5 de diciembre de 2013

Dulce de leche con Migral


"Mirá... yo te la voy a hacer corta. O sea, te tiro la posta y vos arregláte. Si tanto me buscaste, ahora curtíte: para mí, vos sos un pelotudo. Pero en serio. Así, de los grosos. Te hacés el capo, bardeás a todo el mundo que tiene algún tipo de ideología... que defiende algo, dice algo, o hace algo "en serio". Sos un forro, y te voy a decir por qué: porque tenés miedo. Tenés miedo que si decís algo en serio, caiga el piberío a bardearte y encontrar los puntos flojos de tus ideas. Un vago con complejo de inferioridad. Llegaste a un punto donde te sentís cómodo, donde como nadie sabe que pensás en serio, todo es permeable, y encima podés bardear a los demás casi sin que se den cuenta. Pero yo me doy cuenta que sos un narcisista de mierda... que para vos es mejor conseguir mantener cierta paz, aún en la quietud, si por lo menos "parecés" distinto. Claro... el señorito no va a andar pensando lo mismo que el resto, compartiendo "algo"con esos tipos que son "comunes". No, el señor es distinto, quiere ser especial pero no sabe cómo. Entonces bardea. Post-adolescente retardado. Ah, y lo que escribís y el resto de las pelotudeces que hacés, son todas una mierda. No tenés talento, chabón. Nada. No escribís bien, no tenés nada para decir interesante... y menos podés ser músico. Nunca le dedicaste tiempo... seguro que te la pasabas haciendo la paja mientras otros tipos se hacían de un oficio y aprendían. Te hacés el pendejo y tenés la barba llena de canas... que seguro te arrancás, para que no te digan señor. "Señor": te asusta, ¿no?, porque no hiciste nada de tu vida, ¿no?... seguís buscando la salida de emergencia, por algún lado... pero eso ya se te pasó. Ya se pasó, aceptálo. No hinches las bolas ahora, pisando los 30, pensando que por tocar la guitarrita y dedicarle 15 minutos de tu vida de mierda vas a poder ponerte a la altura de lo que exige la cultura... ¿ves que sos un forro que se cree mejor que el resto?, si no fuera así, darías un paso al costado. Sos un forro y un pelotudo. Y no tenés huevos para bancártela. Cagón... si tuvieras, aunque sea un poco de huevos, aunque sea un poco, pensarías la forma de arreglar lo que te molesta o hacer lo que querés, peeeero claro... "no importa, porque total, nada importa"... no sé si sos mas forro que pelotudo. Vos esa no te la creés, pero es mas fácil que hacer el intento y fracasar. Te pensás que desde esa altura que te da el cinismo extremo, desde el "no vale la pena... ¿no te das cuenta?" podés sobrevivir, tratando de pelotudos al resto. Pero no. Si por lo menos todo esto lo hicieras para coger minitas, te bancaría. Un poquito... pero te bancaría. Ni eso, loco... ni eso. Fracasado. Garca. Cagón. Pelotudo. Pegáte un tiro y dejános de hinchar las pelotas, forro."

XVII (Mar Del Zvr)

Es real. No es tan pacífico ni tan colorido como lo había imaginado, pero es real. Llegó. Llegamos. Soy real. Siempre fui real.