martes, 6 de mayo de 2014

Un chiste


Mauro fué a ver al doctor Ramírez por un problema que lo atormentaba.

- Doctor, a veces siento que soy un perro.
- ¿Y esto desde cuándo le pasa?... - mientras lo decía, el doctor se rió confidentemente - ¿desde cachorrito?
- ¿Piensa que esto es un chiste?... usted se va a arrepentir de lo que me acaba de decir.

Y se fué del consultorio con un portazo.
Le tomó tres meses averiguar todos los movimientos de la familia de Ramírez.
Utilizó esta información para secuestrar a la mujer y la hija del doctor.
Las violó y mató para luego bañarse en su sangre.
Se deshizo de los cuerpos guardando sólo los huesos para luego poder enterrarlos en el patio trasero de Ramírez, quien nunca conoció el destino final de su familia y se suicidó luego de 2 meses y medio de ocurridas las desapariciones.

Mauro nunca pudo revertir su psicopatía y sus ataques de ira. Y, si bien tampoco fué encontrado responsable de ninguno de los otros 17 asesinatos que perpetró a lo largo de su vida, debió pasar sus últimos días en un hospital psiquiátrico por no poder superar la necesidad irracional de mear el ceibo de la Plaza de Mayo, justo cuando se celebraba allí un acto oficial del Gobierno Nacional. Ese día, sin querer, fué TT en Argentina: #LocoSimpático.

En el fondo, Mauro también pensaba que era más que una historia, que su experiencia sensorial tenía un significado... pero no, por supuesto que no. Todo fué un chiste de mal gusto. Y parte de la gracia es que nunca se haya dado cuenta.

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XVII (Mar Del Zvr)

Es real. No es tan pacífico ni tan colorido como lo había imaginado, pero es real. Llegó. Llegamos. Soy real. Siempre fui real.