lunes, 28 de enero de 2013

Otro


"Nada es como nos dicen que es... las estructuras que definen nuestra posición social y nuestro potencial futuro (nuestra vida) están basadas en la teoría de que es necesario cercenar las libertades individuales para que la sociedad no se estanque y se devore a sí misma en una nube de caos y anarquía." - dijo Michel.
"¿Y por qué?" - preguntó Forrest rascándose la barbilla, con rostro intrigado, mientras miraba por la ventana. Pensó unos instantes y se contestó a sí mismo mirando hacia arriba: "Mi mamá decía que la vida es como una caja de bombones: nunca sabés que te puede tocar".
Alejandro se paró y miró por un segundo la mesa (en ella se podía leer: "violencia es mentir", marcado con fuerza, sobre un ángulo) y, cuando Michel estaba a punto de continuar con su discurso, lo interrumpió: "La vida está en cada canción de los Beatles, y las respuestas cotizan en bolsa".
Ninguno de los presentes entendió un carajo, pero "el gil" se rió como si lo hubiera hecho y le hubiera sonado a un concepto infantil.
Todos se miraron salvajemente, salvo Alejandro, que seguía mirando la mesa mientras y continuaba: "la eternidad es como un tema de Charly: todos vamos de la cama al living sin saber muy bien por qué". Terminó y miró a los comensales esperando la aprobación y la veneración por tan inteligente frase. Una lástima... no estaba en la mesa indicada. 
Nadie replicó.
Jorge Luis, que aún estaba masticando el último pedazo de bife de chorizo, se levantó de la mesa indicando con su mano derecha el baño. Partió hacia allá.
Alejandro seguía esperando algo, Forrest parecía no entender, pero sí, y Michel decidió callarse, ya que había decidido que hablar en esta mesa era, literalmente, al pedo. Claro, era "Michel"... el estaba destinado, aunque nadie lo supiera, a grandes cosas.
Bruno, el quinto comensal, hacía 15 minutos que no articulaba palabra. Bajaba  la cabeza y se metía algún bocado de milanesa (o alguna papa frita) cada vez que alguien lo miraba. Esperaba el momento justo para revelar el secreto que llevaba con él desde muchos años.
"Che, ¿vos no escribís?... ¿no tenés un blog o algo?" - le preguntó "el gil", con una sonrisa, a Alejandro... a lo que él contestó: "no, pero una vez escribí una canción... un rockandroll. Y estaba buenísimo. A veces me pregunto por qué nunca tuve una banda porque..."
"¡Los blogs son una mierda!" - gritó, desde unos 5 metros de la mesa, Jorge Luis, que volvía secándose las manos del baño - "Cualquier pelotudo que ni siquiera fué a un solo taller de escritura y no tiene nada para decir tiene uno... es todo por las minitas, ya nadie cree en la búsqueda... ¡váyanse todos a cagar!" - y se sentó.
"Bueno, Jorgito... no es para tanto. No hacen mal a nadie." - lo intentó calmar Michel.
"¿Que no hacen mal?... obvio que hacen mal: bastardizan la escritura... llenan de mierda la web... ya nadie sabe que mierda leer porque encontrar un blog con ideas es mas difícil que coger con el icq..." - contestó muy serio y consternado.
Alejandro se calló... era bastante nuevo en el grupo, y nunca lo había visto tan exaltado a Jorge Luis, que seguía   gritando barbaridades, ahora, sobre los músicos indies. Forrest miraba por la ventana sin, aparentemente, estar pendiente de la discusión.
Mientras escuchaba esa oda a los conceptos elitistas (eso no quita que sean reales) del arte, Michel, para adentro iba contestando cada concepto... pero no tenía sentido discutir con los pibes. Nunca lo iban a entender.
Bruno, hechado hacia atrás en la silla de madera, los miró a cada uno por un instante y, finalmente, lo soltó: "Ahora que están todos, tengo algo que decirles: soy Batman". 
Todos se callaron. Lo miraron.
"Yo ya lo sabía: tus zapatos me lo dijeron hace años" - dijo Forrest mientras señalaba los pies de Bruno, debajo de la mesa. Y continuó: "mamá decía que podés saber mucho de las personas por los zapatos que usan. También decía que tonto es el que hace tonterías... y, Jorge Luis, es una tontería enojarse por lo que hace la gente para cojer. Pueden seguir...".
Todos callaron y se miraron menos "el gil", que replicó: "algo fácil para buscar ideas de lo cual escribir y no decir nada es leer los wikiquotes: hacer al Principito un emo garpa bocha con las minitas".
Bruno, desconcertado, se incorporó y continuó comiendo. 
Jorge Luis se calló y, nervioso, comenzó a jugar con las servilletas.
Alejandro quiso retomar la conversación: "¿Ven?, es como tener un pibe: nunca sabés como es hasta que te pasa..." y Michel lo interrumpió, mandándolo a la mierda (siendo realistas, le dijo: "cerrá el orto, pelotudo").
Todo siguió mas o menos así hasta que se murieron. 
Todos.
Otro final feliz.

1 comentario:

Anónimo dijo...

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XVII (Mar Del Zvr)

Es real. No es tan pacífico ni tan colorido como lo había imaginado, pero es real. Llegó. Llegamos. Soy real. Siempre fui real.