martes, 24 de enero de 2012

Dolphium



Tengo que decir gracias.
Gracias por dejarme escribir esto, que es sólo para vos.
Gracias por intentar ser tan coherente, tan por encima de las cosas... tan racional. Estuvo bueno como llevaste la excusa a otro nivel. No te importó lo que los demás pensaban de vos. Porque vos sabías cosas que ellos no. Y hoy estás solo. O no solo... pero mucho menos acompañado que antes.
Gracias por dejarme decírtelo.
Hay cosas que me cuestan, pero ya no quedan paredes para tirar... así que poco me importa la respuesta del otro lado... gracias por dejarme que no me importes un carajo.
Ah, me olvidaba... me produce vómitos tu necesidad de intentar entender todo. En serio. Pensás en serio que estás preparado para arreglar todo, y lo único que hacés es esconderte.
Cagón. Acepta que no sabés un carajo. Pero en serio... tené miedo. Tené miedo en serio... cagáte encima. Todo puede desaparecer.
¿Sentís el ritmo?... como todo es lo mismo. Bueno, sos lo mismo. Sos lo mismo. Que. Cualquier. Otro.
Especial las pelotas. Hoy podés desaparecer.
La verdad que no estoy de humor... pero te voy a contar un cuento, porque me pudrió tu cara de culo.
"Resulta que un día llegué de trabajar y ví un perro... un perro callejero (o eso parecía), acostado en la puerta de la carnicería (al lado de mi casa). Estaba esperando a que saliera el carnicero y le tirara unos huesos. Yo lo ví por primera vez ahí, recostado en la vereda, pero al parecer, el animal vivía y andaba por ahí desde hace muchos años. Después de esa vez, lo empecé a ver siempre, por todos lados... y raramente, todos los vecinos (había descubierto), lo conocían y daban de comer también... lo acariciaban, y le tiraban de vez en cuando algo. Le empecé yo también a tomar cariño (aparentemente, como pasa con los perros y las personas... sin razón aparente). Yo también comencé a tirarle unas "piedritas", y a acariciarlo. Volvía de trabajar, y me quedaba un rato en la puerta, jugando con él. Cuando me veía, movía la cola (como le hacía a toda la gente que le daba de comer... pero me sentía igualmente bien cuando pasaba). Estaba bueno, porque era un rutina que me hacía bien. En serio.
Y un día salí a la noche, y no estaba. Calculé que bueno... no sé. Algo. Y al otro día tampoco estuvo. Y al otro. Y me empecé a preocupar... no sé. Resulta que nunca más lo ví. Nadie supo que le pasó. El carnicero, en vez de tirarle los huesos al perro, hoy los muele y los mezcla con la carne picada... y todos los vecinos encontraron otra excusa para salir a la calle a charlar... de cosas. Y yo encontré otra rutina: Contar historias tristes sobre cosas que no pasaron, pero que me haría bien si hubieran sido reales."
¿Te gustó? Ahora paráte y dejáte de quejar. Ya está. Lo que pasó... pasó. Intentá (intentá) no cagarla más y listo. Aprendé.
Es un baile... y la canción cambia todo el tiempo...casi siempre, sin que te des cuenta. Hoy te enteraste que cambió... nada más. Aprendé.
De nada.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

carta a vos mismo.....

Gorda Iteración dijo...

Dicen...

XVII (Mar Del Zvr)

Es real. No es tan pacífico ni tan colorido como lo había imaginado, pero es real. Llegó. Llegamos. Soy real. Siempre fui real.