viernes, 27 de enero de 2012

SUBE



Era ausencia de culpabilidad... y eso no es inocencia.
Hubo un momento en que sentía que nada era mágico (no sabía que las cosas eran, menos que eran mágicas...)... porque nada era algo importante en realidad. Todo estaba, y no había ninguna necesidad de que desapareciera (todo era necesidad). Había cosas por todos lados. Laberintos.
El grito tenía réplica... mis problemas (ni eran problemas) no eran míos... siempre había alguna soga, un calor intenso. Todo era.
No me equivocaba, no acertaba... no había análisis.  Podía ser un asesino... y seguir puro. Puro.
Me vistieron. Me dijeron. Me retaron. Me imaginé. Era de colores. Pero era la ropa nada más. Colores.
Había algo (todo) que no entendía.
Una vez me picó una avispa. Una vez mi papá me miró y lloró. Una vez mi abuelo me abrazó.
Soñaba (no soñaba (imaginaba)) con que esa nena era la Mujer Maravilla (pero chica (y si, en esa época ya sabía quien era la Mujer Maravilla)) y la salvaba del tobogán. Creo que era así.
No sabía bailar.
Nadie quería ponerse adelante mío en el juego de la botella (o eso pensaba (pienso) yo). Capaz no era tan así. La masturbación tenía cara, y no era masturbación. Dicen que era amor, pero no. Estoy seguro.
La gente me hablaba, todos adivinaban el futuro... menos yo. Eso me dejaba tranquilo.
Buscaba descifrar algo.
En algún momento, la lucha se convirtió en abstracto, no sabía muy bien que había para ganar, pero no había nada que perder.
Y las verdades (que hoy son hechos), no podían despertar... había cosas que no eran. Yo a veces era, y otras había sido... otras no quería ser.
Un día mi abuelo me cagó a pedos (siempre). Me hizo mal.
La masturbación dejó de tener cara... y era, finalmente, masturbación.
Me odiaban. O se odiaban ellos. No sé. Yo me odiaba. Y no podía desaparecer. Odié. O pensé que eso era odiar (también odiar la sangre (y juzgar)).
Sé que hice algo mal. Todavía no sé que fué. Algún día...
Lastimé. Mucho. Quemé mi pequeño mundo. Todo por no irme sólo.
Quise odiar (odio es una palabra muy fuerte (grande (mentira))).
Y me enteré del amor que no era amor, pero que era muy parecido (dicen).
Y al final no sé si era miedo o amor. Pero hay cosas más graves.
Y pensaba que el futuro se podía predecir, y las cosas desaparecían, pero no las importantes.
Sé que no puedo descifrar nada.
El enemigo no tenía cara... pensar que hoy sólo es otro espejo.
Entré en el juego. Completo. Con disfraz y todo.
Me confundí. Pensé que sabía todo.
Me confundí... pensé que no sabía nada. Vos tampoco.
Las promesas engañan porque no entienden el mundo. Nunca lo van a entender.
Y decidí que iba a estar seguro al decidir.
Juicio del juicio del juicio.
Lastimé. Mucho. Todo para no estar solo.
Un día mi abuelo me cagó a pedos (nunca).
Una noche ví a mi abuelo adentro de un cajón con la tapa abierta. Había luces y estatuas, y cosas... que no tenían sentido. Entre todo eso estaba yo también. Lloré y me sentí un boludo y un asesino... todo al mismo tiempo.
Y las cosas importantes sí desaparecieron. Y capaz que por eso dolió (duele)... porque, finalmente, no sabía (sé) decidir qué cosas sí son importantes...
Pedí perdón por vez primera. Porque a veces sí tiene sentido. A veces.
Me pinté de blanco y negro (grises) para ver si pasaba algo.
Las mujeres no se ponían adelante, aún con alguna botella entre medio. Y no sé si es amor.
No aprendí a bailar.
Una espiral. Descendente.
Culpable. Eso soy.
Hay algo (todo) que no entiendo.
Culpable.

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XVII (Mar Del Zvr)

Es real. No es tan pacífico ni tan colorido como lo había imaginado, pero es real. Llegó. Llegamos. Soy real. Siempre fui real.